Por Anette Espinosa
La Habana.- Me alegro de que algunos artistas promuevan en las redes sociales una campaña en reclamo de ayuda para Changuito, el otrora músico de Los Van Van, cuya vida llegó al borde del epílogo en condiciones denigrantes. Creo que es de humanos, de amigos, pero sería bueno no solo preocuparse por el otrora virtuoso percusionista.
José Luis Quintana Fuentes, que ese es el nombre del otrora integrante de la popular orquesta que creo y dirigió Juan Formell hasta su muerte, es uno más entre los cientos de miles de ancianos que sobreviven en Cuba en la más absoluta miseria. Los otros tampoco tienen refrigerador, comida, medicamentos o ropa. Los otros también sufren.
Hay que hacer un llamado a favor de Changuito, que vivió su vida, conoció decenas de países, ganó miles de dólares, tal vez cientos de miles, se dio la buena vida, hasta que cayó en el abandono, cualquiera sabe por cuales motivos. Me sumo a la campaña a su favor, pero me duele que se vea como un caso aislado, que llama la atención por tratarse de un otrora famoso. ¿Y los otros?
Como el percusionista, hay cientos de deportistas en la miseria. Entre ellos campeones y medallistas olímpicos. Ases del músculo a los cuales el sistema exprimió y luego lanzó al abandono, como el baloncestista Félix Morales, el boxeador Luis Felipe Martínez, el voleibolista Abel Sarmiento, el también boxeador Omar Santiesteban, o el pesista Alberto Blanco, entre otros cientos.
Me gustaría que también los cubanos, sobre todo los conocidos, como Giraldo Piloto, hicieran campaña a favor de estos. Incluso más allá, por aquel cuyo nombre no conoce nadie y trabajó 60 años en un central azucarero y ahora se muere de hambre en una casucha abandonada, sin que nadie se preocupe por su alimentación, sus medicinas, por llevarlo al médico, o por hacer que sus últimos días sean felices.
También me gustaría que Giraldo Piloto o el personaje público tal se preocupen por sus maestros, por aquellos que los enseñaron a leer y escribir y que ahora lamen sus penas en casas que se caen, con las neveras totalmente vacías, sin medicamentos ni para la tensión arterial, incluso sin zapatos que ponerse y ni con qué lavar la escasa ropa que tienen.
¿Y los médicos? ¿Quién se ocupa de aquellos que ya no pueden ir a las consultas, a donde asistieron día a día hasta los 70 años, porque sabían que si se jubilaban era casi una condena a muerte?
¿Quién se ocupa del cubano común, que pasa hambre, que sufre, que malvive, que es explotado?
Insisto, es justo reclamar ayuda para Changuito. Se lo merece, porque nos alegró la vida, pero no es el único, no es un caso aislado. Incluso, no es el más damnificado, ni el más sufrido. Incluso, me gustaría que Giraldo Piloto, que bastante plata ha hecho en su carrera y bastante que compartió con Changuito, pudiera hacerle el regalo del refrigerador, incluso llenárselo después.
Pero me gustaría más que Piloto y tantos otros, en vez de reclamar por Changuito, lo hicieran por el resto de los cubanos en iguales o perores condiciones. Nada más.