Por Irán Capote ()
Pinar del Río.- “¡Benito, suelta eso!” “¡Benito, sal de ahí!” “¡Benito, espérate!” “¡Benito, suelta!” “¡Benito, esa no es tu comida!….”
Y me hace el caso del perro. Corre y desbarata a sus anchas, se come su comida, la del gato y la que se le pare delante. Ladra, chilla, se bota gritando en el balcón, empuja las puertas, camina en dos patas…
Ahhhh, pero cuando el horno no está para pastelitos, cuando sabe que lo que va a caer encima es un 20 de mayo, es cuando le digo:
“¡¡¡Benito Gabriel!!!”
Y no para las orejas hasta que yo me acuerde.
He tenido que ponerme durito, porque luego ando desprestigiado por todo el edificio. Como aquella vez, en la que salió disparado para la casa de los vecinos, entró, y sin son ni ton empezó a hacer “aquello” en la pierna de la vecina. Yo, apenado, recién mudado le dije: “¡¡¡Benito Gabriel, dale pa la casa!!!”
Me disculpé, avergonzado con la vecina. Y ella, quizás sin saber qué decir, agregó:
“Los muchachos hacen lo que ven”.