Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Ya llevaba algunos años escribiendo en Los Ángeles, en los semanarios La Prensa y 20 de Mayo. A veces, Antonio Rotella y yo repartíamos los periódicos en los comercios angelinos ….
Los jueves desde tempranas horas de las mañanas nos esperaban compatriotas en las entradas de los negocios cubanos. Siempre desesperados por recibir las últimas noticias de nuestra patria y las actividades del exilio. En El Camagüey Meat Market, 10925 Venice Blvd, Culver City, Los Ángeles, invariablemente se formaba tremendo grupo de entusiastas lectores.
Entre ellos, habían cuatro o cinco damas de la tercera edad que me “adoraban”, me llenaban de elogios, y hasta querían que yo les leyera mis artículos en alta voz.
El gran Rotella me decía: “Mira, ahí está ya tu “fan club”, yo creo que hoy te van a pedir autógrafos”…
Le respondí: “No, chico, es que yo les traigo esperanzas con respecto a la liberación de Cuba”.
Pero un aciago día se me ocurrió una peregrina idea y me bajé del auto con 10 periódicos.
Se fajaron entre ellas por arrebatarme los periódicos de mis manos.
Muy serio les dije: “El director Abel Pérez cometió durante años el grave error de regalar los “20 de Mayo”, pero yo he decidido cobrar 25 centavos por cada ejemplar”…
¡Pa’qué fue aquello, ardió Troya, se formó la de San Quintín! Tremendo girigay, yo creía que me iban a dar bastonazos.
La “presidenta” de mis seguidoras gritó: “¡Me equivoqué contigo, tú lo que eres un mercenario de la pluma!”
Una señora me dijo: “Ahora mismo voy a llamar a la redacción del periódico para hablar con Abel Pérez para que te despida del 20 de Mayo”…
Y ese glorioso día se disolvió mi “fan club” si es que en realidad existió.
