Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- Cuba es un desastre viviente socialista: termoeléctricas rotas días sí y días también, apagones constantes. El gobierno se vanagloria si un día no hay apagones.
En los últimos 15 días se han descarrilado dos trenes, uno de pasajeros, gracias a Dios sin consecuencias, y otro de transporte de petróleo, que dañó la vía más de lo que estaba y acabó con las dos cisternas de crudo.
Para la modernización y automatización de las vías hubo en su día un crédito ruso de mil 400 millones de dólares que quedó en el aire. Los ferrocarriles cubanos están en un estado tan deplorable que prácticamente hay que comenzar de cero.
Un día sí y otro también se vuelcan camiones con gente y los buses hacen lo mismo o se caen por algún precipicio. Así están las vías de transporte y los animales se pasean por la autopista nacional.
El puerto de supertanqueros quedó no hace mucho convertido en cenizas, y el hotel Saratoga voló por los aires.
Con una mínima lluvia se caen edificios y balcones enteros por doquier. Cuba es un país donde nadie es dueño de nada y por tanto absolutamente todo esta falto de mantenimiento.
En un hotel en Varadero, los turistas tuvieron que ir a buscar agua a la piscina para poderse bañar. No había el referido líquido en la instalación.
El socialismo es la perversidad ante la sociedad, atrofia las mentes, destruye lo poco bueno del pasado y nos convierte en esclavos de la miseria que aflora por doquier.
¿En qué país del mundo usted a visto a un presidente haciendo trabajo voluntario? Esos papelones solo se ven en Cuba.
Cuba no tiene transporte, no tiene camiones recolectores de basura ni ambulancias, pero, eso sí, tiene miles de carros de policía para reprimir a los que no pensamos como ellos, pero de coger a ladrones y asesinos, de eso bien poco.
Cubana de Aviación solo tiene dos viejos aviones, y el servicio nacional no existe. El barco de Nueva Gerona a Batabanó y viceversa ha estado 18 días en reparación. La lanchita de Regla opera con una sola embarcación.
El túnel de La Habana tenía goteras, amenazaba con derrumbarse y lo han cerrado por reparaciones.
Las vistas de lo que otrora fue una de las ciudades más bellas, hoy nos recuerdan a Beirut después de los bombardeos, o después de la gran explosión en el puerto de la capital libanesa, con sus calles con unos huecos que los chicos los convierten en piscinas y en otras siembran verduras.
Esa es nuestra realidad, la que nos trajo el socialismo de los vivebien, los mismos que todavía nos intentan inyectar más y más miseria.
