Por Oscar Durán
La Habana.- Los dirigentes cubanos viven en un país diferente al de nosotros. Mientras unos cuantos infelices estamos aquí comiendo picadillo de perro, Miguel Díaz-Canel anda por el municipio tunero de Jesús Menéndez recorriendo fábricas hechas talco y escuchando cualquier cantidad de mentiras sobre producciones, planes y cumplimientos.
Un gobierno que se respete estuviera ahora mismo en San José de las Lajas averiguando la matanza de los perros callejeros y su posterior venta clandestina a la población como picadillo de pollo. Pero no, la investigación está en manos de un policía analfabeto y muy poco se sabrá sobre el asunto a través de los medios oficiales.
Si yo fuera la directora o director del semanario Mayabeque o del Telecentro, ordenaría hacer un reportaje investigativo y salgo a buscar todas las fuentes involucradas en el asunto, donde los individuos detenidos, dirigentes, policías y personas que compraron y comieron el famoso picadillo, pudieran dar declaraciones.
Nada de eso va a suceder, por supuesto. La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) es un sindicato de porristas mentirosos, gobernados por un títere del Comité Central que no sabe, siquiera, quién fundó el Periódico Patria.
(Por cierto, y disculpen por desviarme del tema, la provincia Mayabeque no tenía casa de la UPEC y Ricardo Ronquillo, su presidente nacional, ordenó buscar una vivienda grande en San José que estuviera en venta. Apareció una en el medio del pueblo y Ronquillo depositó 30 mil usd. Ahora deben hacer actividades de vez en cuando y la arriendan a los trabajadores de Etecsa. Dentro de poco la cogerán de hostal, total, si todo aquí anda al garete y Ronquillo debe recuperar los 30 mil verdes que se quitó del presupuesto)
Pero bueno, seguimos con el tema central. Ningún dirigente de la cúpula tiene conciencia de cómo andan las cosas en Cuba. Lo de ellos es estar de recorrido en recorrido para decir que están cerca del pueblo, pero ninguno resuelve nada. Todavía tengo bien grabado en la mente aquella famosa gira de Canel por países europeos y asiáticos, donde dejó aquella legendaria frase a su regreso a la nación: «La gira se fue por encima de mis expectativas». Dos años después, estamos peor, muy por debajo de nuestras expectativas y matando perros para venderlo como carne de primera.
Miren al propio Salvador Valdés Mesa, perdiendo el tiempo en Ciego de Ávila chequeando directamente las potencialidades de mejorar la alimentación animal mediante la reproducción de la mosca soldado negra.
Qué va, señores, este país no tiene arreglo, estoy cansado de decirlo. Ni Nostradamus pudo vaticinar esta debacle en pleno 2024. ¿Qué más no debe pasar como cubanos? ¿Hasta cuándo será esto? Ya probamos el picadillo de perro, ¿qué nos venderán mañana?
Cuiden bien sus gatos, se lo aconsejo. La soberanía alimentaria está llegando a todos los rincones de la isla.