Por Jorge Sotero
La Habana.- Desde hacía meses se estaba corriendo el rumor de que los vendedores de picadillo le estaban metiendo cosas extrañas a esos tubitos que pasaban vendiendo por la calle. Eran rumores, comentarios de esquina, de charlas de amigos, especulaciones en esas en las que a veces entramos los cubanos.
Manuel, un buen amigo del barrio, me preguntó un día que si me había dado cuenta de que ya casi no quedaban perros callejeros en la zona. Lo tiré a bonche y le dije que tampoco quedaban muchos viejos, incluso ni jóvenes. Y seguí a lo mío. Por mi cabeza no podía pasar que alguien se dedicara a matar perros y gatos para hacerlos picadillo y venderlos en el mercado negro.
No es normal. No es habitual. No pasa en ninguna parte del mundo, porque en todos los lugares de este planeta la carne se compra en los mercados, cualquiera sea el tipo de venta. Hay quien vende res en el portal de su casa. Así pasa en Africa, por ejemplo, donde el dueño de una vaca, la mata y la vende donde mejor le convenga, pero uno la ve, y sabe lo que compra.
En Cuba, donde es imposible matar una vaca, donde no hay cerdos, ni pollos, y tampoco pavos, pasa un invididuo por la calle anunciando «el buen picadillo». Y la gente lo compra sin preguntar ni el tipo de carne. Hay tanta hambre en Cuba que ese picadillo, envasado como si fuera original, cuadra como anillo al dedo. Va a resolver un gran problema.
Vea este vídeo: https://www.facebook.com/yenney.caballero.7/videos/1463565504596946
Pues bien, en San José de las Lajas estalló la situación hace unas horas, con la detención de tres individuos -con el porte que tienen no cabe de otra- con bolsas llenas de cabezas de canes que habían sacrificado para hacerlos picadillo y luego vendérselo a la gente. Negocio total, ganancia máxima, porque se trataba de callejeros o robados, cuyas carnes molían, metían en esos tubos de nylon sacados cualquiera sabe de dónde, y a buscarse la plata fácil.
Ya están los vídeos en redes sociales. Ya está la denuncia de la activisita en defensa de los animales Yeney Caballero. Están las fotos de los detenidos en la unidad de policías de la capital de Mayabeque. Veremos qué pasa en el futuro, pero lo seguro es que muchos de los habitantes de San José de las Lajas comieron carne de perro. Y tal vez de perros enfermos.
En esos hechos hay muchos delitos. Y cuando hay delitos, los responsables tienen que pagar, pero detrás hay un motivo oculto al que ninguno hará referencia, y solo hay que responder una pregunta para buscar a los autores inlelectuales: ¿Por qué en San José de las Lajas se vende picadillo de perro?
Porque hay hambre. Si Cuba fura un país normal y se pudiera adquirir cualquier tipo de carne en los mercados convencionales, nadie compraría un picadillo en el mercado negro, por más que viniera en un envase original y dijera lo que dijera. Hay hambre, el dinero no alcanza, la gente no tiene qué comer, y por esa razón compran esas cosas de procedencia dudosa, al extremo de poner en peligro la vida de sus familiares, sobre todo de los niños.
No solo ocurre en San José. En Guanabo, por ejemplo, pasan vendedores de pescado todo el tiempo por las calles. Venden filetes de aguja. Y son de picúa. Y en el norte de Cuba la picúa se ciguata, pero a los vendedores no les importa. Una situación similar se da en Santa fe. Todo eso delante de los ojos de la policía y de los que dicen dirigir el país. Y no pasa nada, porque esos que dirigen o controlan comen de ese pescado, o reciben coimas para permitir actuar libremente.
Vea este otro vídeo: https://www.facebook.com/yenney.caballero.7/videos/446800181025491
La solución es mercado libre, abundancia, negocios particulares, abrirse al mundo, y no cerrarse cada vez más, como quieren hacer los obesos y bien alimentados dirigentes cubanos, únicos culpables de que cosas como estas -la venta de picadillo de perro en San José- ocurran.
El hambre generado por el castrismo es el culpable principal. Los otros son unos rateros de poca monta, unos anormales inescrupulosos que deberían podrirse en la cárcel.