Por Gretell Lobelle ()
Mantilla.- En mi primera clase de yoga kundalini al final, me quedé hablando con la instructora y comencé a llorar. Lloré con dolor y congoja. Ella me abrazó, con una protección que se sintió muy especial y sostenedora. Me ha explicado todo lo que se puede sentir después de una kriya.
Hoy al cierre de la práctica con el mantra «Del Eterno Sol» visualicé energías para mí, para mis afectos, para un amor, mientras cantábamos. Fue tan extremadamente hermoso que estuve a punto de llorar pero de un raro gozo, mezcla de amor, armonía, abrazo, energías bonitas y muy sentidas.
Sanar es un proceso lento, extendido. A esta altura creo que no acaba porque aún cuando empiezas a armonizar, entender, conocer tus singularidades, hay prácticas como la meditación que se convierten en necesidad, en herramienta de vida.
Cuando meditas y lo haces con disciplina y constancia comienzas a escuchar una voz interior. Comienzas a visualizar las emociones, todas. Empiezas a traducir actitudes, comportamientos y situaciones externas. Dejas que las propias emociones se manifiesten, las transitas sin que te controlen. Aprendes a no juzgar. La mente es un sistema tan perfecto que funciona desde el ideal. Esa perfección incluye reacciones a toda la mierda y veneno que le vamos sembrando desde la niñez, repeticiones en traumas de cada antepasado.
Cuando practicas en ejercicio de atención e intención esa introspección y reconocimiento del yo interno se devela un ser desconocido. No es un acto marcado por un tiempo medible. Es un acto muy íntimo y sobre todo muy revelador. Aguzas una mirada diferente de cada ser que te rodea, lo aprecias desde la maravilla de la existencia. Comienzas a entender cada reacción, consecuencia, manifestación, vuelves aprendizaje lo que provocan en ti. Te empiezas a disciplinar en asignar significados positivos para tu propio crecimiento.
Es increíble cómo se va desarrollando la intuición, la sutileza para apreciar el desequilibrio propio y del otro.
La meditación lleva un tiempo mínimo y aporta muchísimo. Hablo de mí. Comparto sensaciones y experiencias desde mi propio proceso. Creo que el camino de nuestro auto reconocimiento y sanación es extremadamente personal y en los tiempo de cada cual. Muchos pasan por este viaje sin entenderlo y heredan a sus hijos un lastre en ciclo perpetuo.
Quererse, amarse y tratarse bien parecerían frases cliché pero es generalizado lo mal que llevamos nuestro cuidado y autoconocimiento. Somos seres sin propósitos. Parecería que tenemos muy bien definidos nuestras metas, causas, batallas aún en la noble intención de ayudar a los otros y lo cierto es que el derroche de energías negativas, odios, ira, amarguras, rencores nos tiene en un vivir sin sentido, en un camino que no va a sitios mejores.
Creo que el propósito de nuestras vidas tiene que estar marcado en principio por nuestra propia felicidad, equilibrio y en ese tránsito también ayudar y procurar la felicidad de los otros. Agradezco a las mujeres espejo que andan rondándome en estos tiempos, también agradezco ser espejo de otras mujeres.