Por G. Kutuzov (Especial para El Vigía de Cuba)
Moscú.- Dos días ha me reuní con un grupo de estudiantes, de esos que fueron mis alumnos hace apenas unos años, para analizar la situación en el mundo y los motivos por los cuales hay medidores tan diferentes para analizar los fenómenos, en dependencia del cristal con que se mire.
Los estudiantes, casi todos rusos, me preguntaron por qué se mide con una vara diferente la guerra de su país -el mío- con Ucrania, de lo que ocurre en la Franja de Gaza con los bombardeos implacables de Israel contra Hamás, con la intención de aniquilar hasta el último reducto del referido grupo.
Más que una disertación, el encuentro se convirtió en una charla, en la que quedó claro que Rusia es enemiga de Estados Unidos e Israel es aliado. Esa es la tesis fundamental a la hora de analizar cualquier situación, y a partir de ahí caben todos los análisis, en los cuales, por supuesto, puede estar presente también la subjetividad.
Al mundo occidental, y casi al mundo general, no le importó que por una década las fuerzas ucranianas masacraran a los pobladores del Donbás, rusos en buena parte. Los reclamos a la Corte Internacional de Justicia de La Haya -que fueron miles-, los pedidos a la ONU, a Europa, siempre cayeron en saco roto, porque el gobierno de Kiev, con el respaldo de Washington, la Unión Europea y la OTAN, tuvo las manos libres para actuar.
Cuando Moscú ordenó a sus tropas tomar esas regiones con la intención de parar lo que estaba ocurriendo en el lugar y, de paso, mantener a la OTAN lejos de sus fronteras, Europa entera se volcó con Ucrania y contra Rusia. Una parte considerable de los organismos internacionales sancionó a Moscú o lo apartó. Miles de sanciones económicas intentaron ahogar a Rusia, que fue hasta apartada del sistema Swift.
Pareció, de pronto, que el único país en el mundo que había mandado sus tropas a otro lugar a pelear fue Rusia. Hasta el COI y todas sus federaciones sancionaron a Rusia e impidieron que sus deportistas participaran en competiciones internacionales. Y yo, que soy un poco mayor, no recuerdo que algo similar hubiera ocurrido cuando la invasión estadounidense de Vietnam, por ejemplo.
Cuando Estados Unidos y la OTAN bombardearon Yugoslavia y provocaron miles de muertos, incluso -o sobre todo- entre la población civil, ningún organismo internacional condenó a Washington, ni a los miembros de la OTAN. No hubo sanciones, sus deportistas, sus clubes, sus ligas, siguieron funcionando tal cual. Pero tampoco hay que ir tan atrás para darse cuenta del doble rasero con el que se mira el actuar de unos y otros en este mundo.
El 7 de octubre, Hamás, de manera miserable, entró a Israel, mató más de un millar de civiles y secuestró a muchos otros. La reacción del agredido puede parecer justa o no pero la reacción fue tan dura que los muertos del otro lado son de casi 33 mil, entre ellos muchos civiles, más de un centenar de periodistas, miles de mujeres y niños, ancianos, gente que no tiene nada que ver con las armas, incluso miembros de ONGs encargadas de ayudar.
Los deportistas israelíes van por el mundo como si su gobierno estuviera haciendo una labor humanitaria en Gaza, como si un niño palestino no tuviera el mismo derecho a vivir que uno israelí, o que uno ucraniano. ¿No les parece un poco raro? Y que consté que no respaldo la operación rusa en Ucrania, como tampoco el juego de la OTAN con Moscú, buscándole las cosquillas al Kremlin, todo con la intención de sacarle más plata a Europa.
A Estados Unidos no le interesa Europa. No le importa lo que pase con las economías de los miembros de la OTAN. Washington solo quiere que haya guerras, o una amenaza latente, para que la condicionante de que cada país miembro destine el dos por ciento de su producto interno bruto a la defensa. Y lo está consiguiendo. Cada uno de los países miembros envía armas, municiones, aviones, y dinero a Ucrania. Si envían aviones y municiones, tendrán obligatoriamente que comprar más. ¿Saben quiénes son los principales vendedores o suministradores?
De eso hablamos mis antiguos discípulos y yo. Incluso de la posibilidad de que el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania se hubiera terminado hace mucho tiempo, cuando las partes tuvieron los borradores listos para la firma, pero alguien, que no hay que ser muy listo para imaginarse quién, le orientó al mandatario ucraniano, Vladímir Zalenski, que le diera marcha atrás a todo aquello.
Al final, la campaña contra Rusia le va a costar cara a muchos de esos países europeos, que renunciaron a los combustibles, las materias primas, los granos y los fertilizantes rusos, para comprarlos más caros a otros suministradores.
Y el apoyo irrestricto a Israel, más allá de las culpas de Hamás, solo sirve para demostrar que este mundo anda de patas para arriba, porque tan inocentes fueron los israelíes masacrados el 7 de octubre por Hamás, como los miles que mueren cada día en Gaza. Y una acción en tu contra no te obliga a ser implacable. Incluso en el deporte, si respondes a una agresión, también tienes castigo.
Pero a Israel solo le llaman la atención, sin llegar a tirarle las orejas, algunos todopoderosos que se creen dueños del mundo. Y esas actitudes, ese enfrentamiento constante con los rusos, puede poner al mundo, y a Europa sobre todo, al borde de un conflicto del que no se recuperará jamas la humanidad.
Mis alumnos creen que en lugar de ir al enfrentamiento constante, Washington y Moscú deberían sentarse a negociar una paz duradera, alejada de tiranteces y amenazas, pero eso, al menos por el momento, es solo un sueño.