Por Ileana Medina ()
Tenerife.- Descubrí hace un par de semanas a Maryse Condé. Me leí de un tirón sus cuentos sobre su infancia, Corazón que ríe, Corazón que llora.
Empecé ayer a devorar también su novela La Deseada.
Estaba hablándole a Emilio con entusiasmo de esta maravillosa mujer negra caribeña, me pregunta un dato sobre su vida, voy a buscarlo en internet, y me encuentro la noticia de su muerte.
Uf, me he echado a llorar, se me puso la piel de gallina, qué triste casualidad.
Maryse habla de lo femenino y de la negritud sin caer en esa pesada letanía ideologizante que hoy todo lo vuelve cansino. Con la luz y la voz de quien sabe. Con la dignidad y la elegancia del siglo XX, antes de que empezáramos a chapotear en este desmadre apocalíptico.
Leánla, es literatura de la buena.