Por Manuel Viera ()
La Habana.- A veces hago cosas que luego me causan risa. Este domingo, por primera vez, eché gasolina en un CUPET desde que subieron los precios.
Cuando era muy barato y comenzó la crisis del combustible que aún no termina, llegué a acaparar tanta gasolina que he pasado todo el mes de marzo sin comprar y me muevo bastante cada día.
Más allá del peligro que representaba tener casi un CUPET en un closet alejado de mi casa es algo que luciría ridículo para cualquier ser humano de cualquier otro lugar del planeta. Sin embargo no me siento tan mal, es algo que hicieron casi todos los chóferes de autos al menos en La Habana.
Tampoco creo que sea lo más ridículo que hacemos los cubanos. En una ocasión vi a mi hermana comprar más de 100 jabones porque le dijeron que Suchel iba a parar por materia prima.
He visto a algunos cubanos salir con 20 paquetes de cuatro rollos de papel sanitario de una tienda «aprovechando una oportunidad» o sea papel como para ca…. todo un año y sin haber comprado la comida todavía, o saber siquiera si tendrá comida para gastar ese papel.
A esas cosas nos ha llevado el socialismo: la mezquindad, la escasez y la miseria… esas son costumbres que derivan de lecciones muy bien aprendidas por décadas y que, con toda seguridad, el día que no necesitemos usarlas más será porque habremos salido de este infierno o porque cambie esta fea realidad que nos hará ver claramente cuan ridículos lucíamos.
