LAS DICTADURAS, DE LA DESCALIFICACIÓN A LA PERSECUCIÓN

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFELAS DICTADURAS, DE LA DESCALIFICACIÓN A LA PERSECUCIÓN
Por Joel Fonte ()
La Habana.- La descalificación, la criminalización, el encarcelamiento de líderes políticos de oposición es una vieja estrategia de las dictaduras.
En Cuba, si usted sale a la calle con una cajetilla de cigarros que tiene escrita alguna proclama contra la dictadura, con seguridad «navegará» con suerte si solo lo detienen e imponen una multa, pues pueden precederle a esos actos ilegales una golpiza, el procesamiento, el encarcelamiento.
No se trata de que sea delito su actuar; no, el derecho a la protesta, al disenso político, a la libre expresión del pensamiento, a la reunión, a la huelga… son derechos humanos universalmente reconocidos, e incluso varios de ellos están previstos en esa constitución que nació muerta y que el propio Castro hizo aprobar en 2019.
¿Porqué se reprimen entonces tales garantías, derechos, bajo regímenes dictatoriales como el cubano…?
Porque su ejercicio socava, debilita la esencia misma de esos sistemas autoritarios, que erigen el Poder en torno a una ideología y exaltan una figura que idolatran, que legitiman construyendo falacias en torno a ella, reverenciándolas, elevándolas por sobre toda ley, siéndoles imprescindible la consolidación del mito silenciando a quienes persigan cuestionarlo.
La mentira es la mayor y mejor arma de las dictaduras, esa es su esencia y se esfuerzan por mantenerla.
Y, como he referido días atrás, si el ejemplo de Cuba, de Nicaragua… resultara ambiguo para tantos que aún sufren lamentable ceguera -muchos desvergonzadamente conscientes- y niegan esa naturaleza criminal de tales dictaduras latinoamericanas, ahí está el caso de Venezuela.
Ese país suramericano va por casi un cuarto de siglo de un chavismo que ha provocado un drama humano de dimensiones solo comparables con nuestra propia tragedia.
Lo que ha pasado en estas más de dos décadas allí es el resultado de la exportación desde la Habana de los mismos métodos criminales empleados para hundir a este país y eliminar todo vestigio de libertad.
El éxodo de venezolanos a todas partes del mundo -que muchos ubican en más de seis millones, alrededor de una quinta parte de su población- obedece al hambre, a la violencia, a la corrupción generalizada, al caos social y hundimiento de la otrora más sólida economía de la región, pero sobre todo a la represión policial y política.
Es lo mismo que aquí, con irrelevantes diferencias.
El método de encarcelar disidentes, líderes políticos, de descalificarlos, deslegitimarlos con los mismos términos que emplea el castrismo -mercenarios al servicio del imperio, gusanos, terroristas pagados por la CIA, enemigos del pueblo, traidores a la patria- no solo persigue eliminarlos como oposición, fundamentar su posterior encarcelamiento, sino afirmar el pensamiento de que el régimen en el Poder es el único con legitimidad para representar a la nación.
Así se llegó en Cuba a la dictadura del partido comunista, a la eliminación de todas las instituciones democráticas.
En el caso de Venezuela, aún subsisten -aunque cada vez más escasos- mecanismos, sobre todo en la sociedad civil, para enfrentar a la tiranía, pero el régimen de Maduro da pasos acelerados para consolidarse, encarcelando a todos sus enemigos.
Son tan manifiestas sus violaciones, que líderes de izquierda de la región, que han sido cómplices tradicionales del chavismo, le han demandado el respeto a los derechos humanos en Venezuela. Entre ellos están el exconvicto por corrupción Lula da Silva, presidente de Brasil, y los exguerrilleros José Mujica -expresidente de Uruguay- y el colombiano Gustavo Petro, presidente de Colombia, otrora miembro de un grupo terrorista en su país y confeso admirador del régimen castrista.
Entonces, mientras el mundo democrático se solidariza con el pueblo de Venezuela, la voz de la dictadura cubana sigue apoyándola, así como es cómplice de la invasión genocida a Ucrania por Rusia, y apoya a todos los enemigos de la democracia y la libertad en el mundo.
El régimen castrista debe cesar. Basta de tolerar injusticias. No más temor. No más dictadura en Cuba.

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