THE LOGICAL SONG

ARCHIVOSTHE LOGICAL SONG
Por Eduardo González Rodríguez
Santiago de Cuba.- ¿Saben? Yo no veo televisor. Jamás he escuchado a un youtuber más allá de un minuto. A ninguno. Ni a los que hablan del cambio climático, ni a los que hablan de política, ni a los que dan conferencias de alimentos sanos. Ya hasta escucharme a mí mismo me ha ocasionado problemas como para llenar un libro. No entiendo cómo es posible que alguien intente explicarme el mundo en que estoy viviendo, en el país que estoy viviendo, o la ciudad en que estoy viviendo.
Mis youtubers han sido los mismos desde que tengo doce años, Frank País, Boris Luis Santa Coloma, Abel Santa María, Chiqui Gómez Lubián, Julio Antonio Mella, incluso los estudiantes de medicina vilmente -y convenientemente- fusilados ante la impávida opinión social de la época. El miedo hace cosas más terribles que una bomba. El miedo mata el valor y la voluntad de la gente. En todas las épocas, y en todos los países, el miedo ha sido el arma de contención de las masas.
«Cochina esperanza», decía Pablo de la Torriente Brau en su Presidio Modelo. Y sí, cochina esperanza que te hace temblar las rodillas, que te hace creer que no te pasará lo que a otros, que no serás tú el próximo en recibir una bala en la cabeza. Nada, a lo mejor mañana, o pasado, o la semana próxima…
Los youtubers de mi infancia, cuyos argumentos eran tan buenos que les costaron la existencia -la justicia, al igual que la injusticia, son las cosas más caras del planeta y ambas se pagan con la vida- me ayudaron a simplificarlo todo. Me basta preguntarles si lo que veo, o vivo, es justo. Y la respuesta es no, no es justo. Y esa respuesta no viene de los vivos llenos de palabras, de angustias, de quejas, de justificaciones, de promesas. Esa respuesta viene de gente muerta, de gente joven que soñó un país mejor -¡mi amado país!- y pagó el sueño con sangre.
Mientras escucho The Logical Song, recuerdo a mis amigos del alma, a los de verdad, a los de siempre, a los que de madrugada, y como si estuviéramos haciendo algo prohibido, le dejábamos flores a cualquier busto de Martí de la ciudad sin que nadie nos viera. No queríamos, nunca quisimos, que nuestros actos se entendieran como una pose. Sabíamos -yo sé todavía- que vivo en un país donde es más útil, y vale más, «parecer» que «ser». Un país donde los que se dicen revolucionarios se juegan un negocio en vez de la sangre. Un país que ha ido drenando, indeteniblemente, falsos patriotas que hasta ayer repudiaban al vecino y que hoy, a la sombra de Primer Mundo, reniegan y desdicen.
Los que mandan en mi país no se parecen en nada a Frank País, a Boris Luis Santa Coloma, a Abel Santa María, a Chiqui Gómez Lubián, a Julio Antonio Mella. Y no es la Constitución la que me da el derecho de expresar lo que me sale del alma. Es la sangre de los que dejaron su juventud, sus novias, sus vinos, sus comidas y sus hijos, para que este fuera un país mejor. Por lo menos yo estoy, y estaré siempre, en deuda con ellos.
Abrazos, familia. Bendiciones.
The Logical Song
Cuando yo era joven
Parecía que la vida era tan maravillosa
Un milagro
Oh, fue hermoso, mágico
Y todos los pájaros en los árboles
Bueno, estarían cantando tan felices
Oh, con alegría
Oh, juguetonamente mirándome
Pero luego me enviaron lejos
Para enseñarme a ser sensato
Lógico
Oh responsable, práctico
Y me mostraron un mundo
Donde podría ser tan confiable
Oh, médico
Oh, intelectual, cínico
Hay momentos en que todo el mundo está dormido
Las preguntas son demasiado profundas
Para un hombre tan sencillo
¿No podría, por favor, decirme lo que hemos aprendido?
Sé que suena absurdo
Por favor dime quién soy
Ahora mira lo que dices
O te llamarán radical
Un liberal
Oh fanático, criminal
Oh, ¿no registras tu nombre?
Nos gustaría sentir que eres aceptable
Respetable
Oh presentable, un vegetal
Pero por la noche, cuando todo el mundo duerme
Las preguntas son tan profundas
Para un hombre tan sencillo
¿Por favor, no me lo dirás?
Por favor, dime lo que hemos aprendido ¿puedes escucharme?
Sé que suena absurdo
Por favor dime quién soy
Quién soy
Quién soy
Supertramp.

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