Por Joel Fonte
La Habana.- «El pasaje me lo pagué con mi salario, que soy psicóloga en Cuba…»
Esa fueron las palabras de la iracunda, casi fuera de sí, Susely Morfa, en la Cumbre de las Américas en abril del 2015, cuando fue interrogada sobre su presencia allí, por verdaderos periodistas, de esos a los que no están acostumbrados los arrogantes «líderes» del régimen castrista.
Hasta un «guanajo», como ironizamos los cubanos, sabe que los millones de dólares que la dictadura cubana le roba al pueblo, entre otras cosas pagándole salarios de esclavos, van a parar -además de la multiplicada corrupción- a los servicios de espionaje y subversión que realizan en más de un centenar de países del orbe, tomando como base principal sus sedes diplomáticas, y los llamados «grupos de solidaridad con Cuba», sin contar las cientos de «delegaciones de amistad», o «representantes de la sociedad civil cubana» que envía a todas partes con ese dinero que nos es despojado.
Y de ahí salió el pasaje y demás beneficios de la psicóloga y de sus decenas de acompañantes que fueron a repetir a coro el discurso de infamias que les elaboran en la Habana.
Pero en Cuba, desde hace 65 años, la «verdad» es la que difunde el partido comunista.
Y lo que se sabe en cualquier esquina de este país, lo que la gente sabe, es silenciado por unos medios de difusión oficialistas que han devenido desde el comienzo mismo del castrismo en megáfonos de la mentira más desvergonzada.
Entonces, la «psicóloga millonaria», como la ironía popular la apodó enseguida, siguió gozando de los privilegios del Poder, llegando a primera secretaria del partido comunista -el único y mejor…- hasta que hace solo horas fue «honrada» con un ascenso…
Porque, como también nos sabemos de memoria los cubanos, los funcionarios en Cuba «se caen pa’rriba…».
No importa que la miseria más asfixiante ahogue a la gran mayoría de la población de Matanzas -como a toda Cuba- que no haya mérito alguno en su desempeño; no importa que el 5 de agosto del 2022 se haya generado un siniestro en la base de supertanqueros de Matanzas -bajo su responsabilidad- en el que murieron al menos 17 personas, entre ellos muchos reclutas forzados al servicio militar, apenas niños, de cuyas muertes no se hayan esclarecido sus verdaderas causas ni determinado los responsables; no importan los fracasos energéticos que también le son exigibles…lo que importa es que personas como esta señora son «soldados de la revolución», que están dispuestos a obedecer, que no se deben al pueblo, sino a los que están en el Poder, y que si «caen bien», pues son intocables…
Cuando este régimen caiga -y que ocurra más prontamente depende de que todos los cubanos de bien levantemos el puño y la frente de una vez- y tengamos acceso a tantas verdades ocultas por demasiado tiempo, sabremos todos los crímenes que la élite castrista ha cometido…
Y deberán responder por ellos.