Por Gretell Lobelle
Matanzas.- Dice él: ‘mándame tus textos y sacamos un libro’. Le digo: ‘bonito mío, yo no tengo textos, tengo desahogo de tristezas y alegría en palabras’.
Creo que ya he contado que vengo de una familia religiosa, no solo por creyente sino por el ministerio propio de mi padre putativo, ministro de la iglesia anglicana cubana. SÍ, no se asombren, la niña fue criá en iglesia. Lo único especial en ello fue que a mí me dejaron ser y terminé folklórica, apostólica y romana, ecuménica, cosa que agradecí siempre.
Lo cierto es que en mi época de vivir en un seminario teológico por cuatro años, (Seminario evangélico de teología de Matanzas SET) tocaba todos los domingos ir a iglesia y escuchar misa. Allá partía yo con la familia cuando coincidía en mis pases largos de la vocacional. Me gustaba y aún me gusta la liturgia anglicana muy parecida a la católica.
Yo más bien era creyente de abolengo, como se dice de aquel que asiste en fechas señaladas. A mí nunca me obligaban a ir a la iglesia. Iba cuando quería. Había épocas que me gustaban más que otras, y era ahí cuando me daba mi dósis de culto pa’bajo, culto pal esqueleto.
La Semana Santa era de esas celebraciones que me gustaban, me gustan. Las lecturas bíblicas y los mensajes que se comparten en esta época, siempre las prefiero, más que la propia Navidad con todo y el nacimiento de Jesús, si es que el tipo de verdad existió y no es una construcción mítica sobre alguien que transformó con su hacer o decir un pueblo.
Pues la Cuaresma y todo lo que antecede a la semana santa me resulta interesante. Aclaro, mi padre putativo fue monstruo en la oratoria, unos de los teólogos más importantes de esta isla, a pesar de todos los estigmas que le pudieron colgar. Lo oías predicar y subías pal mismo cielo o Nirvana, de ahí salías renová en fe, esperanza y ecumenismo. Lo digo sin ningún reparo, la mujer que se armó tiene mucho de esa educación.
Era una adolescente y, sinceramente, creo que el ramalazo eclesiástico me hizo bien. Con esa monguería, crédula de la bondad y amor al prójimo, nunca fui adoctrinada. Si en algo estoy infinitamente agradecida fue que aprendí de humanidad, de religión y no de religiosidad.
Es Semana Santa, época de recogimiento y sacrificios para los católicos. Yo por desear, siempre deseo un domingo con guano bendito de inicio de Semana Santa, señal de los cristianos batiendo sus ramas de «palmas» con la entrada de Jesús en Jerusalén. Ese acto de recibimiento se asienta en mi como acto de fe en los hombres, y el agradecimiento por la propia vida.
Tengo una oración constante en mis tres gracias diaria, ¡Que mi Dios/Diosa, en lo que creo, siempre me ponga en el sitio de los justos, de los buenos, que me aplaque la ira y llene absolutamente mi corazón de humildad y buenos sentimientos. Que me mantenga aterrizada y objetiva, que me permita entender y estar en comunión con la vida de todos!