Por Adalixis Almaguer ()
Miami.- La fuerza de gravedad es fascinante. Sin ella no sería posible la vida porque los gases que componen la atmósfera no estarían sujetos a la masa de la tierra. Es también responsable de tragedias como el colapso del puente Francis Scott Key de Baltimore cuando un barco de carga (dicen que de Singapur) chocó con uno de sus pilares.
Cuando hablo de la gravedad siempre recuerdo a mi chuchi. La historia es que cuando tenía nueve años ya era responsable de la limpieza y el orden de su cuarto. Abro un día la puerta y al asomarme veo montones de libros regados por el piso. El librero hambriento desde la pared también miraba el panorama.
Le pregunto -chuchi, ¿por qué están todos esos libros en el piso? La respuesta, tajante como rayo, fue: por la fuerza de gravedad. De otro modo estarían flotando por todo el cuarto.
Hasta aquí les cuento. No vale la pena hablar de lo que vino después. Solo aclaro que a la física agradezco el comprender muchas cosas que me dan vueltas en la cabeza en mi vida cotidiana. A ella también.
Pero volviendo a la gravedad, esa titánica suerte que pone todo a ras del suelo, ¿cuándo se cae lo que se tiene que caer? Lo que estamos esperando.
