Por El Estado como tal
La Habana.- No se ha cumplido lo anunciado en octubre pasado acerca de compartir públicamente el análisis “muy crítico” del “ordenamiento”. Durante la sesión parlamentaria de diciembre de 2023 hubo una “conversación” que no clasifica como análisis.
Los fallos del “ordenamiento” deberían ser comprendidos y expuestos públicamente porque se supone que las medidas aplicadas o notificadas en 2024 se hacen para “corregir distorsiones económicas” entre las que destacan las derivadas del “ordenamiento”.
Hasta el momento, la “autocrítica” oficial ha sido llana, lacónica y fragmentada: problemas de “diseño” no definidos, decisiones “no integrales”, “inadecuada implementación”, “falta de control”, o normas “sin la adecuada precisión”.
Un problema común del “ordenamiento” de 2021 y de las “proyecciones” de 2024 es que cualquier acción de política económica es una opción. No es una necesidad. Eliminar problemas estructurales es una necesidad, pero las acciones expresan una selección.
Mirando hacia el “ordenamiento”, debería aclararse que necesidad y opción son dos cosas muy distintas y que conviene ponerse en posición de alerta cada vez que se intenta hacer pasar por necesidad lo que en realidad es una opción.
Cuando se diseñan y aplican “proyecciones” -como se hace hoy- sin asegurar previamente capacidad de respuesta de oferta, se repite -en un contexto peor- el grave error de secuencia del “ordenamiento”. No hay nada de necesario ni de inevitable en ello. Es la opción escogida.
Además de la secuencia, hay otros tres aspectos esenciales del “ordenamiento” que deberían ser bien explicados porque se supone que la evaluación oficial que pudiera haberse hecho de estos (evaluación hasta ahora no conocida) debería reflejarse en las “proyecciones” de 2024.

El segundo aspecto del “ordenamiento” que habría que responder es: ¿hasta qué punto el fracaso de la unificación monetaria y cambiaria ha comprometido la integralidad del sistema económico actual y la coherencia de la política económica “post-ordenamiento”?
El tercer aspecto sería: ¿es recuperable hoy la lógica inicial del cambio de precios relativos del “ordenamiento” (salarios más dinámicos que los precios de consumo), pero que luego se transformó exactamente en su contrario (compresión de ingresos del trabajo)?
Aún sin disponer de mucha información, no es muy difícil establecer que el “ordenamiento” y las “proyecciones” aceptan el supuesto cuestionable del plan central, comparten el mismo “problema de secuencia” y operan en un sistema económico mal integrado, con instrumentos de política económica poco efectivos.
Probablemente el aspecto más negativo ha sido la metamorfosis del plan inicial del “ordenamiento” de un crecimiento de 4,9 veces del fondo de salarios, mayor al aumento de 1,6 veces en los precios, en una pesadilla social de empobrecimiento de trabajadores y pensionados.
De manera muy torcida, el fracaso de aquel objetivo inicial virtuoso del “ordenamiento” derivó en una compresión de la remuneración de trabajadores que paradójicamente se convirtió en uno de los principales instrumentos antinflacionarios, aunque no se reconozca oficialmente.