Por Alina Bárbara López Hernández ()
Matanzas.- Este texto fue escrito desde la semana pasada, pero cuando iba a publicarlo, un amigo me hizo recordar que el 26 de marzo era el aniversario de creación de los órganos de la Seguridad del Estado. Entonces decidí aguardar hasta hoy.
Es sabido que desde el 24 de febrero estuve en desacato ante la sentencia del tribunal municipal de Matanzas de noviembre de 2023, hecha firme en la instancia provincial, que me consideró culpable de un delito de desobediencia.
La sentencia consistía en el pago de una multa de poco más de 7 mil pesos, cantidad simbólica dada nuestra inflación galopante, pero inadmisible pues yo no tengo porqué obedecer una citación ilegítima y arbitraria ordenada por Seguridad del Estado, que se camufla tras la PNR con la intención de coaccionar a la ciudadanía para obstaculizar la libertad de expresión y otros derechos establecidos constitucionalmente.
Pasaron varias semanas desde el 24 de febrero y no recibí noticias, hasta que el 14 de marzo, al intentar pagar en una de las tiendas propiedad de Gaesa con una tarjeta en la que tenía 94 MLC, la cajera me informó que estaba bloqueada. Fui al banco y, al buscar en el sistema, preguntaron si yo debía alguna multa en la ONAT. Entendí al instante que ante mi negativa a pagar la multa habían incautado el dinero.
Lo interesante del caso es que al otro día me hicieron llegar el link de uno de los perfiles falsos que utiliza Seguridad del Estado. Bajo el título «Se hizo justicia», Fabio Venancio González, supuesto «especialista principal de la empresa de Bufetes Colectivos», anunciaba jubiloso:
«Después de tantos meses de espera llegó el momento en que la “intelectual” Alina Bárbara López Hernández recibió el peso de la ley. Tras un proceso penal por un delito de Desobediencia en el que fue declarada culpable, se hizo cumplir lo establecido en la legislación cubana, a pesar de que ha insistido en que fue acusada injustamente por “motivos políticos” y manifestar repetidamente que el gobierno quería silenciarla».
Más adelante, afirma algo asombroso: «En realidad sus intenciones siempre estuvieron claras: ir presa y convertirse en una supuesta “figura de la oposición”». Y para evitar eso, según el ilustre «jurista», el tribunal «le embargó la suma dispuesta».
No pude menos que reír, pues si el tribunal embargó la suma, yo no la pagué voluntariamente, y eso en efecto fue desacatar la decisión arbitraria del tribunal.
Y aquí volvemos siempre al incumplido objetivo inicial de un proceso que fue instigado en todas las instancias —PNR, Fiscalía y Tribunales—, por la Contrainteligencia como parte de Seguridad del Estado. ¿Qué lograron hasta hoy? Nada. Ni obedecí la citación ni pagué la multa. Bien dice Fabio que la embargaron. Y eso no lo podía evitar yo, como no pude evitar ser llevada a juicio. Solo puedo evitar lo que está en mi voluntad decidir.
Más adelante se pregunta «el especialista»: «¿Qué mejor ejemplo de irreverencia ante la ley que desacatar las decisiones de un tribunal?» Tengo que concordar con él en ese punto. Pero debe entenderse asimismo que el tribunal que se prestó a un acto tan ilegítimo y contrario a derecho como afirmar en una sentencia escrita que sin ser sospechosa de delito alguno debí acatar una orden para recibir «profilaxis preventiva», no merece de mí otra cosa que el desacato y el desprecio más profundos.
Así fue y así será ante otra citación similar, si se atrevieran a hacerla.
Lo que no dice Fabio en su jubilosa publicación es lo que me notificó la presidenta del Tribunal Municipal cuando, aconsejada por mi abogada, fui a preguntar por qué no había sido notificada del embargo y cómo culminaba entonces el proceso. La funcionaria explicó que habían tomado de la cuenta la cantidad que satisfacía la multa y me notificó oralmente que ya las medidas accesorias de reclusión domiciliaria y regulación para salir del país estaban eliminadas.

1 Pasé de ser una intelectual reconocida a convertirme en una figura pública, dentro y fuera de Cuba.
2 Haber presenciado tanto atropello hacia mí, mi familia y otros compatriotas, me hizo tomar conciencia, en tanto ciudadana e intelectual, de que es necesario transitar (sin renunciar a ella) desde la escritura política a la política como acción cívica no violenta.
3 En este proceso he llegado a reconocerme con orgullo como disidente, porque ante la injusticia y el atropello, ante la exclusión de una ciudadanía que no tiene la menor posibilidad de defenderse frente a un poder blindado y arrogante que nos desprecia, disentir es lo único decente.
4 Salí de La Joven Cuba como ustedes ordenaron, pero fundé junto a otros intelectuales CubaxCuba. Laboratorio de Pensamiento Cívico, donde SE no tiene posibilidad alguna de influir.
5 Cuando empezó esta persecución tenía poco más de 4 mil amigos en Facebook, actualmente tengo más de 15 mil seguidores.
Y ahora que lograron todo lo anterior sin que consiguieran criminalizarme, aislarme, quebrarme ni exiliarme, me notifican en el tribunal municipal que puedo moverme sin restricciones por toda Cuba.
Bien por ustedes compañeritos. Siguen teniendo como tarea pendiente leerse e interpretar «El arte de la guerra», antiguo tratado de estrategia que evidentemente no conocen.
Los órganos de Seguridad del Estado llegan a este aniversario convertidos en una institución rechazada por cada vez más cubanas y cubanos. Vergüenza debería darles, si eso fuera posible.