Por Tania Tasé ()
Berlín.- Hace unos días hice un post desafortunado. Y no en la verdad amarga que contiene, sino en su formulación. Porque yo que hablo y escribo tanto, ese día fui parca en demasía. Ese post desgraciadamente se hizo viral y ese hecho me hubiera alegrado, si hubiera cumplido el objetivo, si hubiera logrado un poco más de apoyo a los que están presos por luchar por los derechos de todos los cubanos.
Algunas personas a quienes respeto, sacaron la conclusión de que a mí no me importa el hambre de los cubanos, y otras a quienes respeto menos porque lejos de tener argumentos para rebatir el post, se dedicaron a agredirme y ofenderme, llegaron a la conclusión de que yo podía poner eso en las redes, porque nunca he pasado hambre.
Tratar de explicar un post tan mal elaborado como ese, es tan inútil como explicar un mal chiste, así que no lo voy a hacer. Fue sencillamente un grito de rabia ante tanto egoísmo. Ni tampoco voy a probar (aunque puedo hacerlo) qué tanto me importan el hambre, la falta de medicinas y la represión bestial que sufren los cubanos. Estoy en las listas correspondientes de cuanta persona u organización ha requerido de mi aporte financiero a la hora de ayudar en todas las causas humanitarias, desde el tornado de 2019 hasta el día de hoy. Ellas lo saben y eso basta. Porque no es un mérito, sino un deber elemental que cumplo por razones muy personales que nada tienen que ver con humanidad o patriotismo. Es mi guerra y punto.
Sólo piensen por qué les cuesta tanto poner su firma en una petición de amnistía para los presos políticos cubanos, o hasta un simple like de apoyo a sus familiares. Y luego mírense al espejo y sigan atacando el post, mientras oigo su alma de cristal romperse en pedacitos.
En la fotografía aparezco yo en pleno período especial hace más de 30 años cargando a mi hija mayor. Estaba pasando un hambre que aún me hace sonar las tripas. El recuerdo del hambre se queda en el cuerpo, para siempre.
P.d: a veces no es para nada inútil ser el elefante en la cristalería. A veces sencillamente tienes que serlo.