DEMOCRACIA Y VIDA

Por Carlos Cabrera Pérez (Especial para El Vigía de Cuba)

Madrid.- Las protestas populares de este fin de semana en Cacocum, Santiago de Cuba y Bayamo demuestran que la dictadura más vieja de Occidente padece una crisis sistémica irreversible y que la democracia y la vida son las mejores salidas del callejón en que el castrismo metió a Cuba.

El detonante de las protestas son la escasez sistémica de alimentos, medicinas, electricidad, etcétera, etc., pero la causa real es la ausencia de libertades políticas y económicas durante más de medio siglo.

La casta verde oliva y enguayaberada carece de capacidad para evaluar correctamente el escenario sociopolítico; con el inconveniente que la cifra acumulada de presos políticos por el 11J, dificulta nuevas condenas; pese a los inútiles esfuerzos de parte de la oposición democrática, Estados Unidos, la Unión Europea y el Vaticano para que esos “muchachos estén en sus casas”, desde hace tiempo.

El tardocastrismo pretendió reeditar los destierros de la Primavera Negra, sin calibrar que los estados democráticos que llevan años buscando una salida pacífica en Cuba, se hartaron de la testarudez de La Habana en expatriar el descontento, como demuestra la más reciente ola migratoria contra Estados Unidos, que se ha convertido en la nueva Emiliana de Carlos Puebla, pues sin ellos y su pujante economía, cubanos se quedarían con las ganas de tomar café, comer pollo; aunque otros ni eso.

La imagen de una funcionaria provincial subida a una azotea tratando de contener lo inevitable revela la falta de respuesta política del régimen a los ciudadanos, a los que también prohíbe militar en causa alguna distinta a la oficial, algo inconcebible en la mayor parte del mundo, incluidos muchos de los países que cada año votan contra el embargo estadounidense en Naciones Unidas y para mandatarios que -públicamente- evitan lastimar al Palacio de la Revolución.

Solo a un grupo de mediocres, elevados a las máximas responsabilidades por imperativo biológico y su grado de abyección para convertirse en capataces de los dueños de la finquita, se les ocurre creer que la solución estaba en el capitalismo de estado, con precios de Suiza para artículos de primera necesidad, vía minipymes, y salarios de Haití.

Hasta la apuesta del raulato por autorizar la telefonía móvil y el acceso de Internet -con tarifas de atraco que paga la solidaria emigración- se ha convertido en un problema para los represores, que ya no consiguen ocultar la gravedad de la situación y optan por la respuesta totalitaria: ¡tumba el catao!

Los departamentos Ideológicos del partido comunista y la contrainteligencia hace rato que perdieron el liderazgo de opinión y sus empleados más serviles pagan cada día mayores cuotas de desprestigio profesional y popular, a cambio de medidas limosnas que reciben de sus verdugos jefes.

Tales incapacidad y miedos, genera una comunicación reactiva, oportunista y tardía a los fantasiosos planes del enemigo para derribar lo que lleva años en el suelo; como ocurre en el ámbito nacional por el divorcio entre la prensa a sueldo del régimen y la OFICODA, el Combinado del Este y la pasividad migratoria con las complicidades de Nicolás Maduro y Daniel Ortega.

Como en toda tragedia, los pujos de la velada, corrieron a cargo de un viceministro de Relaciones Exteriores y el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, aludiendo a Estados Unidos y a figuras de la emigración, insultando la inteligencia de millones de cubanos, incluidos quienes aún apoyan la fallida causa, por razones históricas, decisión personal o conveniencia.

Los peores enemigos de Cuba y los cubanos son la casta gobernante corrupta y antidemocrática, la miseria, la desigualdad y la propaganda absurda de un sistema agotado y que nada puede ofrecer a los pobres de la tierra; porque su apuesta primera fue el empobrecimiento general y el reparto de penurias; aunque la mayoría creyó que avanzaban hacia la libertad y la abundancia.

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