Carlos Cabrera Pérez (Especial para El Vigía de Cuba)
Madrid.- El tardocastrismo es una fabriquita de medidas activas, como parte del control comunista de la desinformación, que desprecia cotidianamente a la mayoría de los cubanos, incluidos quienes les apoyan, real o simuladamente.
La penúltima maniobra aborda el caso Gil desde dos perspectivas complementarias. Una nota de Díaz-Canel; intentado crear suspense, pero solo consigue revelar que la cacería del tronado se hizo a sus espaldas, esa es la noticia. El problema del presidente es que tiene menos credibilidad que el Cojo de la bocina en el Capitolio.
Una vez abordado el problema en el carril uno, el caso Gil pasa al misterio y la maquinaria propagandística se monta en el carril dos, y empieza a contar mentiras tralalá -mezcladas con algún elemento verosímil- en sus canales de influencia que -lamentablemente- son compradas por algunos ingenuos que han desembarcado en las redes sociales creyendo que el periodismo es activismo y -sin la opción real de poder contrastar la falacia del enemigo- dan rienda suelta a sus deseos y rentable imaginación. La clave está en la monetización y no en la verdad.
Contrario a lo que cree el público, una buena parte de la información, incluida la que tiene valor de Inteligencia, procede de fuentes abiertas y la maltratada prensa castrista es un filón de oro para descubrir que traman los piratas del Caribe.
Dos ejemplos, hace unos días, una funcionaria del MINREX agarró para el Rincón de las Madres, donde lloró ante un probable triunfo de Donald Trump en las próximas elecciones estadounidense; pobre mujer.
Recientemente, la mayoría de los cubanos conocieron que la república cuenta con diplomáticos homosexuales y que ambos fueron, en su día, apadrinados por Raúl Castro. La nota es casi tierna, solo faltó precisar que ambos son oficiales de la devaluada Dirección de Inteligencia y que fue Roberto Robaina quien abrió el canal gay en el MINREX, que ha sido mantenido y respaldado por Bruno Rodríguez. Esta táctica forma parte de la estrategia post Muro de Berlín de ensanchar la camancola con todos aquellos posibles que hasta entonces, vivían perseguidos y simulando. La barbarie no se reduce a un quinquenio gris ni a la UMAP, la pasión jesuítica daño mucho a Cuba.
Ahora, La Habana casi consigue revertir el planazo que les propinó Luis Domínguez, un investigador acucioso, que dio la primicia del asesinato civil del ex ministro de Economía, avisando que era un “problema político”, para ello, el Departamento Ideológico de la Contrainteligencia fabricó la detención del general Leopoldo Cintras Frías y allá va Juan que se mata, como es habitual en la enrarecida comunicación de ida y vuelta entre la isla y la solidaria emigración.
La dictadura más vieja de Occidente controla la información como un arma estratégica y sabe que las fuentes objetivas y reales en Cuba escasean como la libertad, los alimentos, las medicinas y la luz, pero cada traspiés informativo del activismo virtual es celebrado en los cuarteles de La Habana como una victoria, aunque sea pírrica, como en este caso, donde el problema no son los posibles errores de activistas, sino el récord imbatible del gobierno en sus estrategias porque nada le sale bien.
La serenidad siempre es aliada del periodismo y las prisas y errores hay que dejárselos al contrario y vacilar sus mentiras que son muy cómicas, porque sus anuncios son todos del más allá, la mejoría llegará, sin precisar cuándo, solo con la revolución saldremos adelante, lo que pasa es que han llevado a Cuba tan contra la cerca que ya perdieron el camino de home.
Ahora resulta que la mayimbada fidelista también fue engañada, diciéndole que Raúl era un fenómeno, que los guardias eran muy eficaces y conocían el valor de la economía, y resulta que el eterno dos, ha convertido a Cuba en un descampado limosnero, donde los guardias son corruptos con timbales y que la designación de Miguel Díaz-Canel, como capataz de la finquita, ha sido un chasco que están pagando -con creces- los empobrecidos cubanos.
El problema real no son Gil ni el administrador de la conservera de Ciego de Ávila, mucho menos la mula que llegó a Tampa al anochecer con cien mil verdes de la mayor de las Antillas, sino la casta verde oliva y enguayaberada, el resto son papalotes en almíbar y discos rayados.