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Por Jorge Fernández Era ()

Tomado de CubaxCuba, con caricatura de Wimar:

La Habana.-
—¿Y me has sacado de mis vacaciones para venir a firmar un…? ¿Cómo se llama eso?
—Código de Ética de los Cuadros de la Revolución Cubana.
—Recuerdo hace una pila de años haber firmado algo parecido.
—En el 96, casi tres décadas atrás. Ha habido que actualizarlo, no ostentábamos entonces la madurez de ahora.
—Yo era un simple jefe de turno y no tenía carro.
—Hoy cuentas con el que te dejamos con chapa particular cuando la filial desapareció, además del estatal que se te asignó el año pasado al asumir el cargo. El primero lo metiste en el taller y tienes que llevártelo, pues al acto de rúbrica viene gente importante de la nación y pueden verlo. El segundo lo tienes en la playa y debías traerlo, no vaya a ser que a alguien de arriba se le ocurra seguir para la costa y coincida contigo.
—Esa gente prefiere la pesca deportiva en mar abierto. Donde yo estoy lo único que pica es el jején.
—Pero se ve feo, chico. Tus subordinados llegan aquí en cualquier cosa. Notarán que le dejaste a tu mujer el Lada de la subdirección.
—Bien que lo merece. ¿Olvidas los aprietos de los que nos ha sacado por ser la jefa de Protección Física del matadero?
—A propósito: llámala y dile que resuelva un tubo de mortadella para la actividad de hoy. La parte política va a estar de lo más chula, pero debemos brindar una merienda a los invitados, entre los que habrá seguramente algún que otro auditor que conviene tener de nuestra parte.
—¿No queda queso del que recibimos hace dos semanas para atender la brigada belga de solidaridad?
—Te llevaste el penúltimo para la playa. El sobreviviente lo tengo de reserva para el campismo de mi hijo.
—La mipyme de la esquina vende unos pepinillos que no están mal. Se les puede pagar en efectivo con el dinero del sindicato, y reportarlo como fondo de capacitación. Es que esa mortadella sola…
—Encárgate de eso, que yo estoy en el asunto de revisar las conclusiones del acto. Me toca hablar de lo importante que es para nosotros firmar el Código de Ética.
—¿Es importante y no me habías dicho nada?
—Es lo que se dice en esos casos. Después que lo validemos, nuestras firmas se sumarán a una carpeta inmensa con hilos dorados que se le entregará a los líderes en un acto más bonito y con jamón serrano.
—Explícame algo del contenido, no vaya a ser que la visita de hoy haga preguntas.
—Lo más importante es que sepas que el proceso…
—¿De la mortadella?
—No, chico: el proceso revolucionario. Debes tener la convicción de que ha probado su capacidad para preservar sus conquistas.
—Gracias al frigorífico que nos donaron los belgas.
—Mejor respondo yo. Limítate a saber que se exige de nosotros los cuadros, en su comportamiento diario, una conducta ejemplar de elevados valores morales, profunda sensibilidad humana, apego a la legalidad y un claro sentido del deber.
—¿Lo de la legalidad es obligatorio?
—Claro. Sin legalidad socialista el país es un relajo.
—¿Y no lo es?
—Ok, no menciones la legalidad, no vaya a ser que los de provincia noten las inversiones hechas en nuestras oficinas.
—Lo que sobró se lo mandamos a ellos.
—De ahí lo importante de asegurar la continuidad, por lo menos hasta que se redacte otro código.
—Y tengamos algo mejor que la mortadella.

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