Por Rafael Muñoz
Berlín.- Cada vez más gente en Alemania abraza la cocina vegana. Reconozco que una alimentación basada en vegetales puede ser beneficiosa para la salud en la mayoría de los casos. El mundo vegetal tiene además muchas mas variantes para hacer una dieta rica en nutrientes y atractiva al paladar. Otra cosas es el peligro de morir de aburrimiento, pero ya esa es otra historia.
El problema en este país es que la naturaleza da bastante escasas opciones si se compara con zonas tropicales. Esta desventaja geográfica lejos de desanimar a los alemanes, se ha convertido en todo un reto y así ha nacido toda una industria vegana basada en la sustitución.
Quesos y salchichas veganas, leche de cualquier cosa y mantequilla vegana se abren cada vez más espacio en los anaqueles de los supermercados. Y en los restaurantes abundan los pollos, filetes y pescados veganos hechos de cualquiera sabe qué cosa.
No hay nada más vegano que un arroz con frijoles, ensalada de todo, aguacate, yuca con mojo y tamales, dulce de toronja o cascos de guayaba, majarete o boniatillo de postre y para terminar un espresso. Yo me apunto. Y no murió ningún animal. Sin colateral damage.
Pero cuando te ponen algo en el plato con la consistencia de la pata y panza, sabor a saco de yute y te dicen que eso es Vegan Chicken, ya la cosa se pone seria. Y encima te quieren convencer de que quien tiene problemas en el paladar eres tú.
Hoy compré estas galletas . Ni siquiera me fijé en el contenido. Me sedujo la buena presencia del envoltorio y la eché en el carrito de la compra. Sabía que eran veganas, pero no le hago asco a eso. Ahora en casa, cuando voy a tomar un café leo «con sabor a chocolate-avena».
— ¡Oh!
— ¿a qué sabe la avena? Es como decir color blanco y negro o salado con dulce.
Y sigue: «Libre de Cacao»
— Me pregunto cuándo pasó el chocolate a la lista de las cosas malas. Gluten free, Saborizantes free, mantequilla oil free y ahora ¿Chocolate free?
La clave está en la siguiente frase
«Alternativa al Chocolate a base de avena»
— ¡Ya! En otras palabras, no es que el chocolate sea dañino sino muy caro. Hay que traerlo de Centroamérica o de quién sabe donde. Y luego un proceso larguísimo que solo se puede permitir Nestlé. Tomemos la avena que es más barata, hacemos una argamasa y luego el toque final es una buena campaña publicitaria.
Desnudas ya del envoltorio, tengo ante mí unas galletas cubiertas con algo de un color que no convence. La peor parte la lleva el sabor conseguido a base de azúcar porque desde que el mundo es mundo, la avena sabe a lo que le adiciones.
Ese es el problema Vegano en Alemania. La industria de la sustitución o para ser más exactos, de la falsificación. Sustituir productos buenos (y caros) de toda la vida por versiones mierderas hechas en laboratorio y mucha, mucha publicidad.