LA HABANA MANTIENE SILENCIO SOBRE EL «SUICIDIO»DE CAAMAÑO

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Por Carlos Cabrera Pérez ()

Madrid.- El coronel dominicano Francisco Caamaño Deñó se suicidó hace 51 años en la cordillera central de su país, pocos días después de haber desembarcado en playa Caracoles, como parte de un operativo ejecutado por los hermanos Tony y Patricio La Guardia; del que La Habana, junto al grueso de los detalles de la guerrilla más efímera de America Latina, mantiene silencio, más de medio siglo después.

Castro dijo en una entrevista que defendió ante Caamaño una posposición del inicio de la guerrilla, pero el coronel se plantó y dijo que lo haría de cualquier manera, firmeza que al cubano -contó- le recordó su actitud durante la salida del yate Granma.

Hamlet Hermann, uno de los dos sobrevivientes de la exigua tropa (nueve miembros, contado el propio Caamaño) y el más «cubano» del grupo, que llegó a dirigir las microbrigadas de Habana campo, no pudo obtener siquiera una foto de la larga entrevista entre el coronel y Castro, de casi dos días, según diversas fuentes.

La aventura de Caamaño tiene similitudes evidentes con la de Ernesto Guevara, entrenamiento en Cuba, fracaso de la avanzada de guerrilla, en este caso urbana, encabezada por Amaury Germán Aristy, que murio junto a sus compañeros, tras unas 15 horas de combate con fuerzas militares en una casa situada en el kilometro 14 de la Autopista de Las Américas. Cualquier parecido con la guerrilla, no urbana, de Salta, es más que pura coincidencia.

Caamaño, que es un héroe para la mayoría de los dominicanos por su liderazgo frente a la invasión norteamericana de 1965, estuvo entrenándose en Cuba, en Pinar del Río y Guanabo, donde él y sus hombres adquirieron excelente forma física y conocimientos sobre la guerra de guerrilas, no pudo conciliar tantos intereses gepolíticos cruzados, incluido el bloqueo temporal del Kremlin a las exportaciones de harina y petróleo a la isla, cuando Castro pretendió insubordinarse y seguir jaleando guerrillas, desoyendo los consejos de Moscú.

Un acta de una entrevista entre Raúl Castro y Anastás Mikoyan, en julio de 1960, revela la discrepancia entre la política de coexistencia pacífica de la URSS y la foquista de La Habana, para crear uno, dos, tres, muchos Viet Nam, adonde el Partido Comunista Dominicano quiso expatriar temporalmente a Caamaño; coincidiendo con el punto de vista de Castro, que consideraba inmadura la situación en República Domincana para lanzar una guerrilla.

Manuel Piñeiro, que chocó varias veces con el «testarudo» dominicano, no dejó testimonio público de la aventura y sus deudos parecen más consagrados a contribuir a la mentira oficial, excepto Domingo Amuchástegui, que revelo hace poco la causa de la larga bronca entre Barbarroja y Raúl Castro, que nunca perdonó al «gallego» que informara a Fidel sus devaneos con la microfracción de 1960, de la que nunca se habla porque el joven konsomol stalinista, se puso a coquetear con los viejos pericos contra su hermano, el M-26-7 y el Directorio.

Al menos en su país, Caamaño es una figura reconocida, pese a que nunca se han encontrado sus restos, pero en La Habana, apenas lo recuerdan cuatro o cinco sobrevivientes de las operaciones de Piñero, muerto hace casi 26 años.

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