Por Joaquín de la Sierra
Madrid.- ¿Sabías que en la antigua Grecia existió un hombre humilde que era considerado el más sabio de todos?
Esta historia comienza con una pregunta formulada al Oráculo de Delfos, un sitio de gran relevancia espiritual y cultural, cuyas respuestas eran consideradas mensajes directos de los dioses.
La búsqueda del conocimiento posicionó a Sócrates como una figura central en el desarrollo del pensamiento occidental. Su amigo Chaerephon, un día consultó al Oráculo de Delfos para saber si existía alguien más sabio que Sócrates. La respuesta del Oráculo, un resonante «No», desencadena una búsqueda personal de Sócrates por encontrar a alguien más sabio que él, interrogando a políticos, poetas y artesanos.
Sócrates descubre una verdad profunda: mientras más alguien pretendía saber, menos sabiduría poseía en realidad.
Esta revelación culmina con la icónica afirmación de Sócrates, «todo lo que sé es que no sé nada», encapsulando la esencia de su filosofía y su enfoque hacia el conocimiento y la sabiduría.
La frase no solo refleja una humildad intelectual sino que también destaca la importancia de reconocer nuestras propias limitaciones en la búsqueda perpetua de la verdad.