Por Dagoberto Valdés Hernández I ()
Pinar del Río.- En días recientes han aumentado las exhortaciones del más alto nivel para “buscar soluciones locales” a viejos y estructurales problemas intrínsecos del sistema económico imperante en Cuba. Sin embargo, hay una contradicción fundamental entre la iniciativa privada y las “soluciones locales” con relación al carácter centralizado y planificado de la economía y de la política en Cuba.
Por un lado, se insiste en la lucha contra el paternalismo de Estado, “la cultura del pichón”, esperando que todo se lo pongan en el pico en la seguridad del nido; y por el otro nadie puede librarse, ni subsistir en sus iniciativas, si no se somete a los mastodónticos controles y la total hegemonía del Estado y del Partido tanto en lo económico como en lo político, social y cultural.
Los bloqueos estructurales internos
Quedó más que atornillado con la Constitución de la República de Cuba de 2019 que, en el sistema de economía de nuestro país, la forma principal de propiedad es la “de todo el pueblo” que se supone representado por el Estado. También se especifica que la “dirección planificada de la economía…regula y controla el mercado”. Así dice textualmente la Carta Magna:
“ARTÍCULO 18. En la República de Cuba rige un sistema de economía socialista basado en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como la forma de propiedad principal, y la dirección planificada de la economía, que tiene en cuenta, regula y controla el mercado en función de los intereses de la sociedad”.
Y como si la anterior formulación pareciera insuficiente para controlar todo, se agrega explícitamente que “el Estado dirige, regula y controla la actividad económica” y que “la planificación socialista constituye el componente central del sistema de dirección del desarrollo económico y social”. Impone, además, que proyecta, conduce y prevé los equilibrios entre los recursos y las necesidades. Así dice textualmente la Constitución de 2019:
“ARTÍCULO 19. El Estado dirige, regula y controla la actividad económica conciliando los intereses nacionales, territoriales, colectivos e individuales en beneficio de la sociedad. La planificación socialista constituye el componente central del sistema de dirección del desarrollo económico y social. Su función esencial es proyectar y conducir el desarrollo estratégico, previendo los equilibrios pertinentes entre los recursos y las necesidades”.
Pero como si ese control total y centralizado del Estado todavía fuera poco. La Ley Fundamental impone otro poder totalitario por sobre toda la sociedad e incluso, debemos fijarnos bien, por encima del mismo Estado. Incluso, lo ha dicho claramente el diputado José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional “La Constitución no puede trazarle directrices al Partido” (cf. https://www.facebook.com/…/el…/326176285900107/… ).
Así lo dice textualmente la propia Constitución de la República 2019 que se subordina, ella misma, al partido único:
«ARTÍCULO 5. El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista, marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”
Teniendo en cuenta estos dictámenes legales, ¿cómo se puede considerar que pueda haber “iniciativas en la base” o “soluciones locales” en los barrios, en los municipios o incluso, en las provincias de cualquier lugar de Cuba, que sean suficientes y eficaces para solucionar los problemas, que en realidad y en su mayoría, son consecuencia de la más grande crisis sistémica que haya sufrido Cuba desde el final de la Guerra de Independencia en 1898.
*Propuestas: la verdadera solución*
1. La centralización y la hegemonía totalitaria del partido único están en franca contradicción con las soluciones locales, que no serán verdaderas soluciones hasta que no se liberen total, estructural y políticamente, todas las fuerzas humanas, productivas y de mercado de la sociedad. Es importante caer en la cuenta de las dimensiones y de la profundidad de esta contradicción:
¿Cómo puede haber soluciones locales si cada panadería de barrio de Cuba tiene que esperar porque llegue un barco con la harina para el pan diario?
¿Como puede haber soluciones locales si cada litro de petróleo es controlado desde el nivel central en dependencia del barco que llegue a puerto cubano?
¿Cómo puede haber soluciones locales si la importación y exportación, el mercado y las inversiones, están centralizadas al más alto nivel?
¿Cómo puede haber soluciones locales si la producción de alimentos depende en primer lugar de los recursos como el combustible, los fertilizantes, los tractores, entre otros, están centralizados y distribuidos insuficientemente y a destiempo por el Estado?
2. La verdadera solución está en liberar de toda atadura económica, comercial, financiera, legal y política, a las fuerzas productivas, a la iniciativa privada, a la propiedad, al mercado, a la importación y la exportación. Este es el primer “bloqueo” que habría que “levantar”. El otro, o los otros, que son secundarios, lo que queda de ellos, caerían como resultado de estos cambios internos.
3. A las soluciones locales le corresponde, ineludiblemente, los cambios estructurales y sistémicos que Cuba necesita.
A grandes crisis, grandes soluciones. Cuba agoniza, no puede esperar más.