LA SILLA

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Por Jorge Fernández Era
La Habana.—¡Qué angustia! Soñé que Díaz-Canel era sustituido.
—Aclara, mi amiga. No es lo mismo soñar que tener una pesadilla. Uno sueña, por ejemplo, con que llegue el 2030 y comiencen a dar frutos, si no las matas, al menos las metas: esas sesenta y tres medidas que se tomaron en el 2021 para impulsar la agricultura. Pero hay una acepción de «sueño» que tiene que ver con cosas que carecen de realidad o fundamento, proyectos o esperanzas sin probabilidad de realizarse.
—Es que nunca se había desayunado con tanta gente en piyama. ¿Tú sabes lo que es destituir al ministro de Economía en los precisos instantes en que insistió en que tú vas a ver que tú verás que ahora sí?
—¿Por qué no pensar que Murillo necesita apoyo para acabar de levantar las casas de tabaco que tumbó el ciclón en Pinar del Río? Peor lo de Sobrino: traerlo en 2019 desde Bayamo, donde estaba tranquilito como gobernador, para que ahora ningún tío saque la cara por él.
—Tuvo sus logros. No es fácil crear una longaniza de embutidos que se extienda por toda la Ocho Vías sin siquiera estar terminada. La autopista digo.
—Con ese mérito es posible que lo nombren representante de Cuba ante Tripadvisor.
—¿Y qué me dices de la ministra del Citma? Si algo ha funcionado desde siempre en este país es la conservación del miedo ambiente.
—Pero, a ver: ¿qué te preocupa del primer secretario? ¿No se supone que él sea el del quita y pon? ¿Tú crees que su conciencia llegue a cotas tan altas como para que la autocrítica derive en harakiri?
—No es eso, chica. Una busca sus intervenciones y no hace más que admirarlo. Allá por 2013 expresó: «Hemos entrado en la etapa de las decisiones más complejas». Cualquiera se acomplejaría de pensar cuánto nos duran a los cubanos las etapas.
—Lo oigo vaticinar que cada año será mejor que el anterior y me pregunto si lo dice la misma persona que llamó a «dialogar, argumentar y debatir constantemente» para que «el pueblo pueda discernir lo cierto de lo falso».
—No sé a qué se refirió con «lo falso», pero ya desde esa época mencionaba como «efectivo el método de trabajo que contempla varios momentos sistemáticos en los cuales se le da seguimiento a esta implementación».
—¿Cuál de ellas?
—Creo que hablaba de la implementación de los lineamientos. ¿Te acuerdas de los lineamientos?
—Qué memoria la tuya.
—Lo seguí desde entonces y me dije: este muchacho promete. Salirse con aquello de «una visión científica con una especificidad científica» que «aporta a la conceptualización de todos los temas que se van implicando con política», «algo así como llegar a un estado del arte»…
—¡¿Estado del arte?! Vaya vice que se perdió el Ministerio de Cultura.
—Los resultados de sus enfoques científicos e innovadores deben estar al lograrse si se tiene en cuenta que hace más de una década afirmó que «hay que tomarse el tiempo que se requiera para que lo que propongamos y lo que se implemente sea perdurable y sostenible».
—Perdurable y sostenible ha sido. Son ya 65 años.
—Él va para 64, edad en que empiezan a aparecer «sillas peligrosas que lo invitan a parar».
—Los hay que ya no atinan ni a pararse del taburete y siguen ahí. Todavía Canel puede ser considerado un mandatario joven. No sé a qué viene ese sueño tuyo de que vayan a sustituirlo.
—Es que anoche me puse a sacar cuentas cuando leí que al ser elegido presidente en el 2018, obtuvo en la Asamblea Nacional 603 votos de 604 posibles. Cinco años después la cosa fue de 459 diputados respecto a 470 que podían haber votado a su favor. A ese paso, en el 2053 no logrará la mayoría.

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