Hasta los personajes más ilustres sufren situaciones ridículas, y, en ocasiones, el momento más inverosímil de su vida ha sido su muerte.
Madrid,. La muerte no es sino el último de los pasos a dar en toda vida humana. Es un momento irremediable e inminente. Y pesar de que muchas personas se obsesionan con la ‘vida eterna’, la verdad es que la única forma posible de evitar la muerte de forma total esno caer en el olvido.
La memoria es fundamental para que, al menos, una pequeña parte de nosotros permanezca intacta y perviva a través de nuestro legendario enemigo, el tiempo. Y es que, ¿qué sería de nosotros sin la capacidad de recordar y ser recordados?
Existen personas que se obsesionan con esa idea de permanecer inmortales hasta llegar a la propia locura; lo que por desgracia, acaba permitiendo su deseo y pasan a formar parte de la historia popular. Otros por ejemplo, intentan huir de todo ese barullo y focos de grandeza, pero sin buscarlo, acaban añadiéndose también a esa colección.
Un momento puede, en pocos segundos, marcar toda una vida y, como consecuencia, nuestra imagen en la sociedad. Por ello, se dice que nuestras acciones y decisiones trazan quienes somos, cómo nos ven los demás y cuál será nuestro sello en la Historia. Resulta irónico pensar que, podemos luchar toda nuestra vida por sembrar una idea sobre nosotros mismos, y tan solo en un instante, ese trabajo puede quedar empañado por un suceso circunstancial.
Las diferentes formas de despedirse de este mundo son infinitas y, algunas, realmente peculiares.Hasta los personajes más ilustres sufren situaciones ridículas, y, en ocasiones, el momento más inverosímil de su vida ha sido su muerte. En la siguiente galería recopilamos algunas de las despedidas más extrañas de famosos.
Albert Camus
Hasta los más célebres literatos son presos de sus palabras, y algunos, además son gafes. Es el caso Nobel de Literatura de 1957, el francés Albert Camus, que por Karma o mala suerte, murió de la forma más absurda según sus propias palabras. Cuándo los medios dieron la noticia de que el ciclista Fausto Coppi había muerto en un accidente de tráfico, el escritor declaró que no conocía una manera más idiota de morir. Días más tarde, Camus fallecía de esta forma. Ironías de la vida.
Antoni Gaudí
El máximo exponente del modernismo catalán falleció atropellado por un tranvía en Barcelona. Hasta aquí todo queda en un fatídico accidente, lo extraño, es que tras el fatal percance, Gaudí quedó en el suelo tirado sin que nadie le reconociese, ni las monjas que le auxiliaron en el hospital sabían de quien se trataba. El capellán de La Sagrada Familia fue el primero en reconocerle, pero pocos días después de su ingreso en el hospital, falleció.
Arnold Bennett
Este novelista y dramaturgo del siglo XX creyó saber más que nadie, y acabó pagándolo caro. En 1931 en París se creía que el agua estaba contaminada por tifus, y Bennet, en un alarde de superioridad, decidió beber de ese agua para demostrar que el pueblo, inculto, no tenía razón, y que el agua estaba en perfectas condiciones. A los pocos días murió de tifus.
Papa Adriano IV
De las moscas siempre se ha dicho que son pesadas, pero letales….que se lo digan al pontífice inglés. Según afirma Gregorio Doval, autor de El libro de los hechos insólitos, mientras el Papa paseaba, se le metió una mosca en la boca, quedándose atragantada en su garganta. Por más que lo intentaron, nada se pudo hacer y murió asfixiado de la forma más tonta.
Tycho Brahe
Los modales le salieron caros. Este famoso astrónomo del siglo XVI falleció por no orinar después de beber en exceso durante una cena. Por no levantarse y hacer el feo, se aguantó, sufrió daños graves en la vejiga y poco después falleció. Pero tras exhumar su cadáver en 2010, han encontrado altas dosis de mercurio en sus huesos y cabellos, lo que hace tambalear mucho la teoría de que murió por no ir al baño, y cobra fuerza la de muerte por envenenamiento.
Enrique I de Castilla
La historia suele contar como los reyes morían en el campo de batalla o en su cama por alguna enfermedad tras años y años de duro reinado, pero Enrique I no corrió esa suerte. Con tan solo 13 años, sin apenas oler el trono, falleció de una pedrada mientras jugaba con sus amigos.
Arquímedes
Conocido por el principio hidrostático que lleva su propio nombre y el principio de la palanca, entre otras muchas teorías sobre física y matemáticas, este gran científico de la Grecia clásica murió sin pena ni gloria a manos de un soldado que se hartó de las reprimendas del sabio, y en un impulso, le atravesó con la espada.
Jean Baptiste Lully
El peso de la batuta de este compositor francés pudo con él, literalmente. La pesada barra de hierro que portaba para marcar el compás en la orquesta se le cayó en el pie, y debido a las heridas que le produjo el accidente, murió por la gangrena que se le formó.
Francis Bacon
Este célebre filósofo, abogado y escritor murió por curiosear. Intentaba comprobar si el frío era bueno para la conservación de los alimentos, y salió a la nieve a enterrar un pollo con la mala suerte de pillar una neumonía, que poco tiempo después acabaría con su vida.
Agatocles
Conocido como “el tirano de Siracusa”, este político y militar griego tuvo una muerte un tanto absurda. Tras una comida, se atragantó al utilizar un palillo y falleció.
Esquilo
Este dramaturgo de origen griego fue el creador de la famosa tragedia griega, aunque su muerte más que trágica parece sacada de una comedia. Su vida acabó cuando una tortuga cayó de las garras de un águila y le golpeó la cabeza.
Alejandro I de Grecia
Tuvo un reinado muy poco fructífero y, por si fuera poco, su muerte tampoco fue digna de un gran rey. Un mono que tenía de mascota le mordió y le contagió la rabia, lo que acabo provocándole una infección grave que acabó con su vida.
Maximiliano de Austria
Comer fruta siempre es bueno, pero en exceso ya se sabe… Eso le pasó a este emperador germánico romano, que murió por una fuerte indigestión por comer melones.
Allan Pinkerton
Fue el fundador de la primera agencia de detectives del mundo, la ‘Agencia Pikerton’, pero hasta los más astutos tienen sus momentos tontos. Resbaló mientras caminaba y se mordió fuertemente la lengua, lo que al poco tiempo le provocó una gangrena que acabó con su vida.
Isadora Duncan
Fue una gran bailarina estadounidense, pero su estrella le duró poco. Al subir a su coche, se le enredó la bufanda que llevaba en la rueda y murió estrangulada a los 50 años.
Bon Scott
Ronald Belfort, más conocido como Bon Scott, fue un cantante de rock australiano del famoso grupo de AC/DC. Según se afirma, Scott sentía cierta debilidad por las bebidas alcohólicas y la heroína. En el mes de febrero del año 1980, tras una de sus salidas nocturnas, el cantante volvía a casa en el interior de un Renault 5 que conducía un amigo de su exnovia. Este último intentó despertar a Scott una vez acabó el trayecto, pero al ver que no se despertaba, decidió dejarle en el coche durmiendo, o eso creyó. A la mañana siguiente, el cuerpo sin vida del cantante yacía en el interior del vehículo. Al parecer, sufrió un desmayo y se ahogó en su propio vómito. Murió con tan solo 33 años.
Michael Hutchence
La noticia de la muerte del vocalista de INXS en 1997 fue de lo más inesperada. En un principio, la versión oficial fue la que aseguraba que el cantante se había suicidado ahorcándose con una correa en su apartamento, al parecer, a consecuencia de una depresión. Sin embargo, años más tarde, su pareja, Paula Yates, declaró en los medios que, en realidad, la muerte de Hutchence fue accidental. Según ella, el cantante estaba realizando una práctica erótica de asfixia, pero no supo controlar la situación y acabó ahorcado.
Harry Houdini
El famoso ilusionista, Harry Houdini, era un adicto a los retos. Uno de ellos, aunque no precisamente de magia, fue lo que le condujo a la muerte en octubre de 1926. Houdini estaba en un bar cuando un grupo de estudiantes universitarios le pusieron a prueba y le retaron a demostrar su fuerza resistiendo unos golpes en el abdomen. El escapista recibió sentado varios golpes en el estómago, algunos de ellos propiciados por el boxeador Gordon Whitehead. Además de no soportar la prueba con éxito, Houdini murió nueve días después a causa de una apendicitis seria, agravada por la paliza recibida.
Jack Daniel
El fundador de la destilería de whisky Jack Daniel’s en Tennesse se encontraba en su oficina cuando, intentado recordar la combinación de su caja fuerte, tuvo un ataque de irá y, frustrado por su olvido, golpeó con fuerza el cajón. El impacto le propició una fractura en el dedo del pie que derivó en una horrible infección acabando con su vida por infección sanguínea.
Hans Steininger
Pasó a la Historia por tener la barba más larga del mundo, exactamente 1,40 metros de longitud. Sin embargo, su récord le llevó a la muerte. Un día, durante un gran incendio, Hans intentaba escapar de las llamas. No recogió su barba y al salir corriendo, se le enredó y quedó atrapado. Sorprendentemente, no murió a causa del fuego, sino que el propio tropiezo le rompió el cuello.
Fernando El Católico
En su intento de tener un heredero con su segunda esposa, Germana de Foix, el monarca recurrió a un producto llamado cantárida, conocido popularmente por mosca española. Esto es un escarabajo verde, que una ver muerto y seco, su polvo se utilizaba para conseguir efectos parecidos a los de la actual viagra. Sin embargo, este remedio le provocó una hemorragia cerebral al rey causando su muerte el 23 de enero de 1516.
Alejandro Magno
Se cuentan diferentes leyendas sobre la muerte de esta importante figura histórica, pero sigue siendo todo un misterio. Todo apunta a que fue a causa de fiebre mismática. Sin embargo, muchos relatos señalan que la salud física y mental del conquistador empezaron a menguar con la muerte de su amigo y, se cree que pareja, Hefestión. Por tanto, puede que el gran guerrero de Macedonia muriera, en sí, por mal de amores.
Adolfo Federico de Suecia
Fue uno de los reyes más polémicos de Suecia, criticado por su debilidad en el trono. Este fue otro de los monarcas que ‘decidió’ morir con el estómago lleno. La noche del 12 de Febrero de 1771 se celebró un gran banquete en el que se sirvió todo tipo de manjares: langosta, caviar, chucrut y arenque ahumado, así como mucho champange. Para finalizar, el rey tomó un total de 14 raciones de un postre típico escandinavo. Como es de esperar, su organismo no aguanto tales cantidades de comida.
Bobby Leach
Fue un acróbata, famoso por desafiar a la muerte en sus actuaciones. Leach se convirtió en la segunda persona en atravesar las cataratas del Niágara en barril, después de Annie Taylor. Sin embargo, su muerte no vino provocada por uno de sus arriesgados números, sino que fue por un simple tropiezo a causa de una piel de naranja en la calle. Tuvieron que someterle en el momento a cirugía urgente, pero esta se complicó y con ello, murió en 1926.
Ray Chapman
Deportista de béisbol profesional, no pasó a la Historia por sus récords personales, sino por su trágico fallecimiento. El 16 de agosto de 1926, tres equipos se disputaban a Liga americana. Chapman prometió que si su equipo ganaba, se retiraría durante un tiempo para centrarse en su familia, pero ese día nunca llegó. Uno de sus contrincantes, el lanzador Carl Mays tomaba por costumbre adulterar las pelotas de béisbol con alguna sustancia para dificultar su visión y previsión de movimiento al resto de jugadores del equipo contrario. Uno de esos lanzamientos impactó letalmente contra la cabeza de Chapman. Se convirtió en el único jugador que murió a causa de una pelota de béisbol.
Los hermanos Collyer
Los hermanos Collyer (Homer y Langley) vivían en una casa acomodada de la ciudad de Nueva York heredada tras la muerte de sus padres. Uno de ellos, Homer, se quedó ciego y paralítico. Su hermano se obsesionó con su ceguera, y a partir de entonces comenzó a acumular en la vivienda cientos de periódicos para que cuando este cobrara la visión, pudiera leer un gran periódico con todo lo que se había perdido. Pero la locura no acabó ahí. Corrieron rumores sobre la vida de los hermanos en los que se aseguraba que escondían una gran fortuna. Los vecinos y los medios de comunicación agobiaron a los Collyer, provocando su total aislamiento. Acumularon todo tipo de desechos en la casa, formando murallas e instalando trampas para evitar que entraran extraños. Un día, los vecinos alertaron a la policía y tras forzar la entrada encontraron un cadáver, perteneciente a Homer, quien murió de hambre. Sin embargo, no fue hasta una semana después cuando consiguieron localizar entre la basura el cuerpo sin vida de Langley, quien se había quedado atrapado entre una de las trampas. Se necesitaron 9 días para extraer unas 103 toneladas de basura de la casa.
Robert Williams
En 1979 Robert Williams se convirtió en la primera persona que murió a causa de un robot. Williams se encontraba en una planta de los coches Ford (en Michigan) cuando, arreglando una máquina que había dejado de funcionar, el robot se reactivó repentinamente y le aplastó la cabeza.
Tennessee Williams
El escritor Tennessee Williams falleció un 25 de febrero a los 71 años de edad de una forma muy curiosa. Williams se encontraba en un momento de éxito profesional, pero a su vez, de una fuerte decadencia personal y emocional. De hecho, la prematura muerte de su pareja, Frank Merlo, fue el inicio del proceso de su declive. La noche de su fallecimiento, encontraron varias botellas de alcohol en su apartamento, por lo que se supuso que murió por sobredosis. Sin embargo, la autopsia mostró que fue por asfixia, y más concretamente, provocada por un tapón de un frasco de píldoras en su garganta.
Franz Reichelt
En el año de 1911, se ofreció en Francia un premio de 10.000 francos a cualquiera que pudiera desarrollar un paracaídas de seguridad para aviadores. Franz Reichelt, abrumado por semejante cifra, diseñó un traje de aviación (muy pesado) adornado con algunas barras, un pabellón de seda y un revestimiento de caucho. El 2 de febrero de 1912, Reichelt puso a prueba su diseño, tirándose desde la Torre Eiffel.
Thomas Midgley
Fue un químico que, después de quedar paralítico por el polio, inventó un artilugio con poleas que le permitía levantarse y girarse. Sin embargo, un día se quedó enredado en los cordones de su propia máquina y se estranguló por accidente.