EL KARMA, LAS ISLAS MALVADAS… RECUERDOS DE FAMILIA

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEEL KARMA, LAS ISLAS MALVADAS... RECUERDOS DE FAMILIA

Por Gretell Lobelle ()

Mantilla.- Hay cosas que no sé explicar. A veces no encuentro maneras de darle a ciertos comportamientos significados. Entonces me refugio en los valores que me enseñó mi madre, de quien recibí gran parte, y trato de aferrarme a una justicia lógica, a lo humanamente justo del hombre. No es difícil, conceptos tan elementales como que lo malo no justifica lo malo o si algunos pueden hacer algo, porqué otros no.
Este país lleva un mal karma. Ha sido una tierra marcada por el poderío y el machismo de hombres. Imagino que herencia española. En Cuba el poder del macho en la familia, en los gobiernos siempre ha estado. Si hay un sueño o una causa a la que me aferro es a la de una Cuba matriarcal. Esta extensión de tierra si está salvada es por la fuerza y el amor de las mujeres que la sostienen pero por estos días las mujeres de Cuba perdemos focus, damos pena.
Mi casa materna, donde me crié, fue una casa donde las tradiciones, el respeto por los mayores, y jocosidad eran constantes. En esa casa materna se criaron primos y hermanos. Muchos años vivieron tres generaciones juntas en aquel casón de San Juan 69.
Por los 60, me cuenta mi madre que un día llegó mi abuela y colocó en la puerta una pegatina que decía “Fidel esta es tu casa” y hasta ese día mi abuela vivió allí. Mi bisabuelo, un español de muy malas pulgas le dijo que esa era su casa y no la de Fidel y tuvo que arrancar mi abuela con su tres vejigos. Por suerte, a mi abuelo, que era el artífice del cartelito, le dieron casa en la Habana.
Ese estaba integrado a todo lo que se andaba gestando. Mi bisabuelo no. Le habían expropiado todas sus casas y bodegas y no creía en proyecto social ni futuro luminoso. Murió poco después. Su mujer, la bisabuela Nena sí vivió mucho. Murió con más de 90 años. Recuerdo que en mi familia, gracias a mi madre, en los 90 pudieron esconderle que había un período especial. Con su cabeza ida, Nena, pudo vivir la vida normal que siempre había llevado.
El nieto preferido de mi bisabuela era Roberto. Roberto se fue cuando el Mariel y mi bisabuela murió sin volver a verlo. Siempre estuvo incómodo con la revolución. Pertenecía al grupo de poetas y escritores que emigraron. Por el 80 parafraseó la carta del Che a Fidel en el aula y, por supuesto, que los muchachos revolucionarios ‘compañeritos’ de aula hicieron los suyo y fue expulsado de la Facultad de Letras por su “abierta y franca oposición al gobierno”. Así decía la carta.
Si Roberto supiera que a los años, bromas, jodederas, parafraseo, memes peores han sucedido y la gente se gradúa y obtiene un título. Pero siempre hemos estado marcados por “el momento histórico” y le tocó. Fue obligado al exilio. Roberto Valero murió en Estados Unidos. Uno de los seres más nobles, brillantes, de luz, que ha dado esta tierra. En Cuba no se conoce la obra de Roberto.
Mi tío, que más insignificante no podía ser, cometió el grave delito de no trabajar. Vivía sentado en el quicio de la entrada de San Juan 69, hablando y perdiendo el tiempo con los del barrio. Como en toda familia los hay brillantes y normales. Su falta mayor, su gran delito, fue vivir de los cigarros que le compraban mi mamá y mi abuela. Andar pegado a ellas como una lapa. Un tipo jaranero a morirse, que no mataba ni una mosca, pero eso sí, era vago. Quiso en los 80′ el jefe de sector declararlo peligroso, en aquellos años bastaba con caerle mal a alguien para hacer ajustes de cuentas.
Tantas historias de actos de repudio de huevos lanzados, solo por caerle mal a un tipo con algún poder. Mi tío pasó de ser un insignificante tipo de barrio a ser peligroso para la tranquilidad ciudadana y fue denunciado por el jefe de sector. Un día llegaron y se lo llevaron detenido por varios días. Mi madre y mi abuela no tuvieron vida hasta que pudo irse por el Mariel. Mi tío aún vive en los Estados Unidos. Nunca más regresó a Cuba. Sigue siendo el mismo tipo jodedor, desapegado a todo, intrascendente. Eso sí, resulto un buen trabajador. Si supiera que a los años muchos viven mejor que los que no trabajan y el desempleo es bastante alto.
En esa misma cuadra vivía otro tipo que en los 80´, le lanzó a un vecino tinta china a los ojos, en aquellos actos que se gritaba de todo, donde la especie dejaba de ser humana para convertirse en animales. Aquel cederista enardecido dejó ciego de un ojo al agredido. Vivió los años que le sucedieron entrando y saliendo de la cárcel.
Tránsfuga y delincuente, su gran mérito había sido, en los 80´, salir como ser humano integrado a violentar a todo el que había decidido irse del país. No importó al jefe de sector que fuera un maltratador, pajuso reconocido por todos aquellos lares. En los 90´ pasó casi dos décadas entrando y saliendo de la cárcel, y los vecinos descansando de él. Su gran sueño fue el irse del país. Se ha ido poniendo viejo hecho un rastrojo humano. El mensaje desde Miami de aquel muchacho que dejó invidente le llegó bien claro “si llegas te mato”.
Hoy desperté feliz y de solo pasar por algunos muros me sentí ‘repugná’. Tanto odio y desidia vividos en esta tierra y seguimos en actos de cancelación ahora trasuntado en estas plataformas. Es como si lleváramos en el ácido ribonucleico un gusto particular con caer en masas a algo o alguien.
Por suerte esa energía de gente buena y «el hombre de verde» me espantan la tristeza en medio de tanto gris del día. No quiero ponerme triste y evito esas noticias que leo y me alejan de mis propósitos. Mucho tiene que arreglar este pueblo. Si cada quién fundara desde las diferencias seríamos felices. Si cada quien viviera en respeto y civismo seríamos felices.
Seríamos felices si entendiéramos que los hombres todos, más allá de cómo piensen, tienen los mismos derechos. Si tantas ansias de poder, de reconocimiento, de ego se transforman en trabajar por el bien común seríamos felices. Pero yo soy ingenua, jodidamente ingenua.
Este pueblo lleva un mal karma que al parecer no quiere limpiar. Seguimos repitiendo los mismos métodos, lo peor, a veces hasta por la mejores causas. Un pueblo con una memoria selectiva a conveniencia está condenado. Quizá Roberto tenía razón “las islas son malvadas y nadie lo sospecha”

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