TIEMPO DE MINISTROS

Por Jorge Sotero
La Habana.. La cantinela sobre los ministros que quitaron y los que pusieron ya me cansa un poco. Si sales a la calle y te encuentras con un conocido que sabe que te gustan los temas relacionados con la dictadura, lo primero que te preguntan es si viste los cambios en las tres carteras y luego me piden mi opinión, como si yo fuera un erudito en estos temas, que lo soy, pero me aburro de responder siempre lo mismo.
A ver, lo de erudito en temas de ministros no es un privilegio mío, sino de cualquier cubano con dos dedos de frente, porque todos sabemos que esos señores encartonados, a veces de expresión complicada, de escaso dominio del idioma y de pobres conjugaciones, además de un miedo escénico inmenso, son unos incapaces.
En Cuba, ningún ministro de Economía cambiará nada. Si llegas a la cartera de marras con la intención de alguna reforma, ya sabes que tienes que ponerte hielo en el trasero al momento, porque la patada no te la quitará nadie. ¿No se acuerdan de José Luis Rodríguez, aquel profesor universitario al que hicieron ministro de pronto y al que los medios le dieron un poco de bombo, hasta que un día a Fidel Castro no le gustó algo que dijo y lo enterró para siempre?
Murillo ve "más errores que virtudes" en la ejecución de reformas de Raúl CastroCasos hay miles. Ha habido ministros buenos en Cuba, que son los menos. Y los ha habido malos, que son mayoría absoluta. Y los ha habido descarados, mentirosos de ocasión, a los que nunca se le pudo creer nada, como el rechoncho de Marino Murillo, que siempre tenía una risa para Raúl Castro, como muestra del más puro servilismo.
También fue ministro Díz-Canel. Estuvo al frente de una cartera en espera de su promoción, pero tenía la más fácil de todas, la de la Educación Superior, y lo solventó. No con nota, sino que pasó el trago amargo y siguió su ascenso hasta vicepresidente.
Entrevista al Ministro de Salud Pública de Cuba Dr. Roberto Morales Ojeda, a propósito de la Convención Internacional Cuba-Salud 2015 y la XIII Feria Comercial: Salud para todos | Caribbean News DigitalTambién fue ministro Roberto Morales Ojeda. Estuvo al frente de la Salud Pública el peor estudiante de su año en el país, con 3.10 de promedio. Morales Ojeda, que sabía que médico no iba a ser nunca, porque llevaba Mundial de todas las asignaturas posibles, encontró su camino en la línea del Partido y le sacó provecho. Llegó hasta secretario en Cienfuegos, y cuentan que nadie, ni Manuel Menéndez Castellano, le regaló más casas a la familia -a la suya- que el ahora segundo del Partido Comunista.
En los últimos tiempos, con Díaz-Canel en el poder (a medias), Villa Clara se ha convertido en una cantera de ministros. De allá sacaron a Alpidio Alonso, de quien dicen que es poeta y no pasa de ser un comilón, un intolerable funcionario con un estómago que nadie puede llenar, y con una sed incontrolable de mujeres, entre las cuales hubo alguna que compartió con el Hombre de la Limonada, por la cual casi se van a las manos, aunque resolvieron el litigio con una conversación a solas y promesa de fidelidad eterna.
Yo sé mil historias de ministros, pero no hay espacio acá para contarlas todas. Solo quiero decirles a los que me preguntan que no se preocupen, que cada uno que nombren será peor que el anterior, aunque dos de ellos Manuel Santiago Sobrino y Alberto López Díaz cargarán con la cruz de los peores de siempre.
La Industria Alimentaria procesa hoy menos comida que en 2022, pero el Gobierno culpa al embargo | DIARIO DE CUBASobrino, un gordo detestable, que llegó a ministro desde el Gobierno de Granma, donde pasó de ser un ciudadano normal a un gordo de 250 libras en unos años, es un incontinente con la comida. Como se dice en buen cubano, un jamaliche en toda la extensión de la palabra. Su dicción es tan pobre como la de Rodolfo García, el narrador, o Pedro Ross, el que era dirigente de la CTC y luego embajador en Angola.
Puede tener un título universitario, pero su coeficiente intelectual está a la altura del de Ulises Gilarte De Nascimento, el flamante líder sindical, que habla como si tuviera un boniato caliente pegado al cielo de la boca y una estaca en… ya ustedes saben.
Y Alberto López Díaz es de esos que llegan a un lugar de manera inexplicable, algo tan normal en la Cuba revolucionaria (o contrarrevolucionaria), donde a un funcionario le basta con ser fiel para ascender en la escala de jerarquías del sistema.
Ese señor fue el mismo que, siendo gobernador de Villa Clara, catalogó de vagos a los habitantes de aquella provincia, porque no querían trabajar en el campo. Porque es fácil culpar al más débil, en lugar de virarse para el gobierno, que paga como esclavos a los hombres del campo.
Alberto López Díaz: licenciado en Construcción de MaquinariasCon un ministro como este al frente del problema alimentario, se resolverá lo mismo que con los Castro o Canel al frente del país. Así que, si me encuentran por ahí, no me pregunten, que les diré que los ministros solo nos llevarán a una crisis más profunda y acabarán de convertir el país en una ruina (Para no decir que en una mierda).

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