Por Tania Tasé ()
Berlín.- Ella se ha convertido en partícula. Así cruza un océano y desembarca en su isla. Se detiene sólo un instante porque un golpe de sal la convierte en muchas partículas. Se apresura: no es tiempo para la mar.
Sigue camino y logra mezclarse con la sangre de Jenni M Taboada . El corazón de esta madre la hace rebotar contra todos los muros, como pelota de frontón tenis. Sabe lo que siente ella, su soledad en el grito eterno por su hijo. La partícula nota a la madre tranquilizarse, como si se sintiera abrazada, luego la oye reír. La partícula se sabe causa de esa risa arrancada al llanto. Dura un segundo. La escucha murmurar, ELLOS aún no han visto mi peor lado. La partícula se estremece, no quiere estar presente cuando se haga visible ese lado terrible. La mujer ahora tiembla y se hace frágil, no sabe si ELLOS han vuelto a golpear a su cachorro esposado, no sabe si ha comido, dormido, soñado, no sabe si tiene ganas de mujer. La partícula desaparece y está ahora en una celda de castigo de una prisión de máxima seguridad. Intenta pasar inadvertida, no más quiere observar sin traer de regreso pesadillas de otras vidas, de otras partículas. Sin embargo el muchacho la nota, sonríe y habla: sabía que vendrías, te he traído con mis cartas. Anda, regresa y dile a mi madre que estoy bien, que ELLOS no pueden vencerme. Que recuerde que yo soy el preso tan libre que sale a pasear en las noches, yo también soy partícula, cuando llego a la casa y veo a mi madre llorar, pierdo energía, por eso ella no puede verme, no sabe que la visito cada madrugada y le doy un beso en la frente. Ella está a punto de decirle que también ha perdido energía, que son muchos kilómetros los que le ha costado llegar hasta aquí. Quiere decirle al chico fuerte que hace ya un millón de lágrimas desde la última vez. Pero él sonríe y ella se rearma. Y regresa a dejar el mensaje al oído de su madre, que al fin duerme, vencida por el cansancio que provocan las súplicas infructuosas que hace cada día a almas insensibles y egoístas que no entienden nada. La ve sonreír en sueños, aún con el entrecejo fruncido y la cara mojada y sabe que entendió el recado. La escucha decir dormida que quiere irse a un lugar donde no la alcancen sus pensamientos. La partícula cobra voz: es mucho para ti sola, pero juntas podemos con todo.
Sigue viaje, aún tiene que ver a Yuneisy Santana Gonzalez y a su hijito que le escribe cartas a Dios y a su papi enfermo. Va volando y también susurra un consuelo a Roxana Garcia Pedraza , la novia romántica y dura de Adrián. Llega a Camagüey y tiembla ante la fuerza de Ailex Marcano Fabelo y aprende de su fe en Cristo, la acompaña un rato y pide también un milagro para Ángel Jesús, quizá ELLOS se apiaden, o se sienten a echar cuentas y lo dejen escapar de la isla prisión. Es muy fuerte esta mujer en su fe y su amor. La partícula ha recibido una lección.
Todavía le queda tiempo a la partícula y llega a casa de Wilbon Wilbon , conversa con su familia, ha visto cómo este hombre luchador ha pasado de ser un simple padre de familia a un opositor convencido contra ELLOS, sabe que la justicia y la razón lo acompañan. Él no nota la presencia de la partícula ni sabe cómo la ha cargado de energía. Lo abraza en silencio, sabe que este padre no necesita consuelo, necesita hacer cumplir la ley.
Volando llega a Guanajay y ve en silencio a Luisma dibujando uno de sus payasos tristes. Lo abraza y susurra: siembro tulipanes para ti cada primavera. Sácame de aquí, sáquenme de aquí! Lo oye espantada. Ha perdido la capacidad de asombrarse, mas conserva íntegro el espanto. La partícula huye.
Todavía va a ver a Saily Nuñez y a Marta Perdomo . Y a la Liset Fonseca Rosales y a Luis Rodríguez Pérez , el enamorado eterno de la Garrido. Llega sin aliento a los niños de Lizandra Góngora , los ve pintar jaulas en las paredes y llorar por su madre desterrada a la isla de los horrores.
La partícula está cansada, sabe que le queda poco del tiempo que le ha sido otorgado por su sueño y deja la visita más difícil para el final. Anda sin saber qué decir al adolescente que le enseña sus brazos y piernas llenos de heridas autoinfligidas. El pequeño no ha encontrado otra manera de gritar la añoranza, la rabia y el dolor porque ELLOS no le devuelven a su hermano. Le sopla la frente y le dice que todo va estar bien, que su hermano regresará, que sus padres volverán a sonreír y que van a pasar cosas muy bonitas, porque a ELLOS los vamos a vencer.
A la partícula le queda apenas tiempo de cruzar el océano de vuelta y se muere de dolor cuando cae en cuenta que no se ha despedido de la mar.
Entonces despierta.