Por Rafael Muñoz ()
Berlín.- Acompaño a una amiga a visitar a su anciana madre en el asilo de ancianos donde vive. La madre, que sobrepasa los 90 años, está postrada desde hace años tras un infarto cerebral. Aquí tiene su habitación y acceso a atención especializada las 24 horas.
No he subido a las habitaciones, espero en la cafetería donde comen o se reúnen a tomar un café, o simplemente a jugar cartas, los habitantes de esta instalación. Cuando el tiempo lo permite pasean, hacen uso del jardín.
Todo extremadamente limpio, todos extremadamente amigables con los ancianos o con todo aquel que visita el lugar.
Estoy en Neukölln, un barrio «normalito» de Berlín. Nada fancy, nada exclusivo ni para ricos.
Esto se paga, por supuesto, no es gratis y no es barato. Pero es pagable. Si se toman durante la vida de trabajo activa las debidas medidas para tener una vejez tranquila y decente. Vale la pena terminar la vida así.
(Mire todas las fotos en este link: https://www.facebook.com/photo/?fbid=10232166976620743&set=pcb.10232166978140781)