LA CULPA ES DEL SISTEMA

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFELA CULPA ES DEL SISTEMA

Por Mauricio de Miranda

La Habana.- Se han producido varios cambios de ministros en Cuba. La nota de Granma reza, como ya es natural en este tipo de situaciones, que se trata de «una decisión del Consejo de Estado, a propuesta del presidente de la República, previa aprobación del Buró Político del CC del PCC».

En resumen, han sido sustituidos el viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil, la ministra de Ciencia y Tecnología Elba Rosa Pérez Montoya y el de Industria Alimenticia Manuel Santiago Sobrino. La nota en el caso de Gil usa el término «liberación de sus responsabilidades» a secas, mientras que en los otros dos casos se menciona que son liberados de sus cargos «por renovación». Curiosa diferenciación.

Al ministerio de Economía y Planificación va el presidente del Banco Central Joaquín Alonso Vázquez, quien llevaba poco tiempo en esa responsabilidad. La presidencia del BCC la asume Juana Lilia Delgado, quien había sido viceministra de Economía y había ocupado varias responsabilidades en el BCC. Al ministerio de Ciencia y Tecnología va el director de BioCubaFarma, Eduardo Martínez Díaz y a la industria alimenticia Alberto López Díaz, hasta ahora Gobernador de Villa Clara.

En cualquier país ocurren este tipo de eventos, sobre todo cuando las cosas no funcionan bien. Sin embargo, si nos atenemos a esto, la lista de cambios podría ser más larga.

Por ahora solo diré una cosa. El problema no son los ministros. EL PROBLEMA ES EL SISTEMA.

El problema es que se sigue apelando a un modelo fracasado.

El problema es que se sigue restringiendo el emprendimiento, el cual solo se permite siguiendo normas que responden a un alto nivel de discrecionalidad.

El problema es que hace falta apoyar a los productores agrícolas y a quienes incursionen en la industria, con créditos de fomento.

El problema es que no existen ni una política agrícola, ni industrial, ni de inserción internacional que produzcan cambios estructurales que permitan superar la parálisis. Hablar de desarrollo ahora mismo es casi un asunto de ciencia ficción.

El problema es que el Estado es gigante e ineficaz. Y además, autoritario y despótico.

El problema es que la política de «cuadros» -para utilizar ese lenguaje que me resulta tan ajeno- se ha basado en promover fundamentalmente a quienes cumplen órdenes y siguen el guión pre-establecido y no a quienes piensan por sí mismos y cuestionan.

El problema es que NOSOTROS, EL PUEBLO, a pesar de que la Constitución nos hace soberanos, no podemos ejercer esa soberanía eligiendo libremente a quienes deben asumir las responsabilidades de gobierno por períodos finitos. Otros deciden por nosotros, porque parafraseando a Orwell, son más soberanos que nosotros.

Tenemos que empezar por ahí.

Hace unos días, el presidente de Cuba en una intervención realizada en uno de sus recientes recorridos pidió -una vez más- confianza a la población. Dijo que estas medidas eran correctas y se iban a traducir en mayor bienestar para «nuestro pueblo». Recordé aquello de: «¡Ahora sí vamos a construir el socialismo! y más de uno nos preguntamos qué era lo que hacíamos hasta entonces.

Pues bien, creo que varios economistas hemos sido bastante explícitos sobre lo que pensamos respecto a las medidas. Cada uno con nuestra propia forma de decir las cosas. No obstante, el presidente, el primer ministro y el recién destituido ministro de Economía y Planificación han pedido apoyo para las medidas.

¿Qué va a pasar cuando la economía no crezca suficientemente? ¿Qué va a pasar cuando no se logre recuperar el ya muy deteriorado nivel de vida de la población? ¿Qué va a pasar cuando no se logre la estabilización macroeconómica, que no se va a lograr con las medidas anunciadas? ¿Qué va a pasar cuando la mesa del cubano de a pie, siga siendo una mesa de hambre? ¿Qué va a pasar cuando siga siendo una odisea ir a trabajar porque no hay transporte? ¿Qué va a pasar cuando continúen los cortes de electricidad? ¿Qué va a pasar cuando no se logre revertir la realidad de que los ingresos por el trabajo de la inmensa mayoría de los cubanos siga sin garantizar unas condiciones de vida dignas? ¿Qué va a pasar cuando no se logre superar el hastío de tanta gente cuya vida se diluye en sacrificios tras sacrificios sin ver resultados? ¿Qué va a pasar con nuestros ancianos? ¿Una vez más, nada? ¿Rectificar errores? ¿Una vez más?

Lo repito, EL PROBLEMA ES EL SISTEMA. Nunca funcionó bien, pero ya está agotado y no hacer todo lo necesario para cambiarlo de forma democrática y con participación activa del pueblo, solo traerá más miseria para los cubanos, mayor desventura, mayor emigración, mayor desolación para nuestros mayores, cada día más desoprotegidos. Y podría conducir a consecuencias aún más graves. ESTO NO ES SOLO UN PROBLEMA ECONÓMICO, ES UN PROBLEMA ESENCIALMENTE POLÍTICO.

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