Por Jorge Sotero
La Habana.- En Europa están de moda las protestas de los agricultores. Muchas capitales europeas han amanecido bloqueadas en los últimos días por miles de tractores, que impiden el tráfico de un lugar a otro, creando un caos tremendo para el transporte.
¿Qué reclaman los trabajadores del campo? Pues que no se los coman las nuevas medidas de diferentes gobiernos del llamado viejo continente. Que no se eliminen los subsidios a los combustibles, al agua, que no suban los aranceles, que las medidas para defender el medioambiente no se conviertan en una traba para producir.
Por ahí andan los motivos de las quejas y los bloqueos en Alemania, Francia, Bélgica, Dinamarca, a las que se sumarán los españoles. Es impresionante la comunión entre los productores agrícolas de un país y otro, con argumentos que ellos creen justos.
Los gobiernos de esos países movilizan a la policía. En Francia, por ejemplo, la alcaldía de París movilizó a unos 15 mil agentes para impedir que bloqueen a la capital, como han previsto, pero, mientras, protestan tranquilamente. Sacan sus tractores, todos modernos, con letreros por doquier, sin más problemas.
Sin embargo, por qué en Cuba los campesinos no protestan, sino tienen subsidios de combustibles, no les venden aperos, tampoco semillas o fertilizantes, y les ponen precios leoninos a sus cosechas. La respuesta no hay que ir a buscarla a ninguna parte: no lo hacen porque el gobierno los tiene sometidos, hundidos en la miseria, cagados de miedo por temor a que les decomisen cualquier cosa que tengan.
Encima de eso, los campesinos cubanos no pueden bloquear las carreteras con tractores, porque, en primer lugar, no tienen tractores. En el país sobreviven unos pocos miles de tractores bielorrusos o húngaros. Solo las empresas del tabaco y algún central azucarero, de las dos decenas que aun sobreviven, tienen alguno moderno en sus inventarios.
Los agricultores europeos son importantes, tienen recursos, viven bien, producen y garantizan la comida de buena parte de la población de sus países y del mundo, en unos suelos que, supuestamente, según la propaganda comunista, están agotados, cansados de producir durante siglos.
Los agricultores cubanos -léase siempre campesinos- son unos infelices, unos pobres diablos que trabajan como bueyes, que usan tracción animal para todas las labores agrícolas. En Europa nadie guataquea ni chapea a mano, eso lo hacen máquinas. Tampoco nadie cosecha papas, tomates ni boniatos al sol, con el calor abrazador de los veranos. Lo hacen máquinas para aliviar el trabajo de esas personas.
En Europa, los hombres del campo son personas. En Cuba, gracias al castrismo, son esclavos.
SI LOS AGRICULTORES CUBANOS PROTESTARAN
