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Por Oscar Durán

La Habana.- Un año pasó y no me di cuenta. Días antes al 28 de enero de 2023, recibí una video llamada de mi amigo Jorge Sotero para proponerme abrir un periódico digital junto al estelarísimo José “Pepe” Centella. En un inicio dije que no y colgué enseguida. Recuerdo que de ahí salí en bicicleta a comprar ají cachucha y el vendedor me clavó 80 pesos por un vaso del tamaño de un pote de helado. Esa misma cantidad, el día antes, costaba 55 pesos. Agarré el teléfono y llamé a Jorgito. “Me monto en el tren, ¿cuándo empezamos?”, le dije de una. Y así fue cómo empezó mi travesía en El Vigía de Cuba, un proyecto que han intentado matar muchas veces, pero aquí está, cumpliendo su primer añito. 

Quizás por eso El Vigía no ha muerto, porque todos los que formamos parte de él tenemos rabia, dolor e impotencia por vivir en una dictadura miserable y mugrienta. No es el precio del ají cachucha, es todo en Cuba. Te levantas con siete problemas, te acuestas con 70 y debes meterte la lengua bien adentro. Entonces buscamos la manera de denunciar las cosas y desenmascarar, de acuerdo a nuestras vivencias, a un gobierno nefasto y bastante corrupto.

¿Se puede hacer periodismo desde la rabia? Probablemente no. ¿Es justo tener a un pueblo sufriendo y viviendo una de las dictaduras más feroces de la historia? Aquí está la respuesta a tanta rabia. Una cosa nos lleva a la otra. Nos pueden criticar, ser duros con nosotros, pero, sí, sí tenemos rabia, sufrimiento, dolor, hambre, necesidad.

Cuando me gradué en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana nunca pensé trabajar para un medio independiente. Sin embargo, ahora puedo decir que fue la mejor decisión de mi vida formar parte de esta familia. El régimen me llevó a esto y le doy gracias también por tan amable gesto. 

Mis coberturas para los medios castristas fueron sobre el cumplimiento de la zafra azucarera, las “provechosas” recogidas de papa, reuniones de sindicato, desfiles del Primero de Mayo, condecoraciones a militantes del Partido y aniversarios de instituciones estatales. Perdí mi tiempo miserablemente siendo un porrista de los Castro. Asco debí cogerme.

Ahora me siento diferente. Tampoco vamos a decir que El Vigía es lo más grande. No, aún falta bastante camino. Demasiado. Debemos mejorar muchas cosas, pero qué bien se siente decirle Singa´o a Díaz-Canel y que ningún Jefe de Información me puede censurar y muchos menos hacerme una carta de advertencia con el sindicato. Lo pueden ver exagerado, pero aquí encontré libertad. Cuando le digo a Marrero que es un gordazo oportunista, me siento libre. Cuando escribo sobre la Asamblea Nacional y le digo a Esteban Lazo que fue alfabetizado por el Yo sí puedo, también me siento libre.

Salí de un círculo vicioso llamado Unión de Periodistas de Cuba, donde te obligaban a poner lo que no hay y entré a un proyecto diferente, muy lejos del perfil editorial del Granma o el 5 de Septiembre. Nosotros no somos ni de derecha, ni de izquierda. El periodismo no se puede entender desde la política. Los métodos de este equipo son analizar y cuestionar un desastre llamado Revolución Cubana desde un periodismo diferente a los medios propagandísticos del Estado. Tan sencillo como eso.  

Por último, y sé que lo están esperando, lamento decirles que nadie nos paga. Ni la CIA, ni la NED, ni Rey Chávez, ni Grimal Joyerías. Trabajamos con escasos recursos y nos buscamos la vida arriba de un furgón repartiendo paquetes de Amazon, o haciendo guardia de noche por 6.500 pesos en una Mipyme habanera.

Los invito a seguir leyendo a El Vigía de Cuba. Incluso, pueden colaborar cuando lo deseen. Estén o no de acuerdo con los textos publicados, ustedes serán siempre los protagonistas de este viaje.

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