Por Irán Capote
Pinar del Río.- Es un enero feliz para nuestro teatro. Y por ningún recato ni falsa humildad voy a esconderlo.
Hace dos días las buenas noticias empezaron a llenar nuestras dinámicas con esa luz radiante de la felicidad. Primero los Premios de Tablas Alarcos. Y ahora la grata nueva de otro Premio Nacional. Esta vez para el equipo de A LA CUENTA DE TRES, esos hijos de TEATRO RUMBO, que han ganado el Premio Juglar 2023, convocado por la UNEAC.
Pudieran los escépticos y amargados pensar que no es motivo para tanta algarabía, que al fin y al cabo no hacemos más que nuestro trabajo, que es lo que nos toca hacer… Y punto.Pero de sobra se sabe que hay motivos suficientes para estar así: «saltando en una pata». Porque sigue siendo difícil crear desde la provincia. Y no me refiero solo al plano de presupuestos económicos.
Sino al complejo entramado de las relaciones humanas y profesionales, a la subvaloración, al atropello, a la injusticia, al abuso de ciertos poderes , al oportunismo, a la intrusión profesional y si se quiere, a la envidia…
Pesan estas palabras, lo sé, pero no han venido solas. Están secundadas por muchas acciones que, aunque no han podido joder todo lo que quisieran, al menos han incomodado…
El teatro (nuestro teatro) tiene derecho a seguir existiendo, tiene derecho a fallar, a probarse, a dar en la diana… O al menos solo intentarlo, sin que medien aquellos amargados y escépticos «personajillos», quienes en nombre del teatro, de la cultura, o del poder, le hagan más daño del que ya tiene.Nos toca seguir trabajando, haciendo el teatro que queremos y podemos. Desde la academia, desde el empirismo, desde el escenario o en la calle. Pero nos toca a los teatristas, a los hombres y mujeres que vivimos día y noche entre bambalinas… Y a cambio de muy, muy, muy, muy poco… Entonces, vaya, por respeto, al menos… ¿Sería mucho pedir que se nos deje en paz?
Todos estos reconocimientos son la muestra de que se puede, de que la familia teatral de este lado de la isla, no va a dejar al teatro desamparado.
Y ahora, ¡a festejar!. El tiempo irá poniendo cada cosa en su sitio.
