Por Jorge Menéndez
Cabrils.- Una conversación presupone la comunicación entre las personas, un entendimiento, o quizás no, pero sí un intercambio de ideas y pareceres.
Cuando se conversa sobre la base de una ideología que no comparte la otra persona, la tendencia es a seguir hablando para llegar a acuerdos y quizás, incluso, renunciar a parte de tus expectativas. En política a esto se llama «tejer acuerdos».
Ayer decía el impuesto presidente Miguel Díaz-Canel que «lo nuestro -lo suyo- es conversando con la gente».
¿Pero de qué conversar: del paquetón de medidas que toma en beneficio propio? ¿Sometió esas terapia de choque a discusión popular?
Todos sabemos que no. Entonces, ¿cuál es la conversación con la gente? Explicarles la miseria que se les viene arriba.
El gobierno de Cuba practica el arte de la imposición, explotación, y, sobre todo, de la demagogia y la manipulación. Eso lo sabemos todos.
¿Cómo le haces entender a un pobre cubano que no tiene para comer que le vas a volver a subir la luz, los combustibles, la comida? Eso no es conversar, es demagogia interesada. Eso es manipulación, el arte que mejor dominan los comunistas.
Se habla mucho de Javier Milei, reputado economista, hoy presidente de Argentina, quien, sin tapujos para no engañar a nadie, ha dicho que va a reformar el Estado desde los cimientos.
Lo dan por loco, pero desde el principio ha dicho que viene una buena terapia de choque y que tocan sacrificios: quitará los controles del Estado sobre las importaciones y exportaciones e incentivara las inversiones privadas.
¿Se parece eso a la terapia de Canel? Valoren ustedes mismos.
La economía que aplica el gobierno cubano es un fraude basado únicamente en sus intereses, y no se rige absolutamente por ninguna ley de mercado, por eso los resultados son los que son.
La lucha contra la riqueza es la prioridad del gobierno, no contra la pobreza.