Por Arnoldo Fernández ()
Contramaestre.- Ver a un país movilizado en redes sociales por Fernando, «El Príncipe del Piano», dice mucho del alma cubana.
La sensibilidad del Príncipe conmovió a todos. Su historia pasó de móvil en móvil, hasta convertirse en un suceso cultural. Verlo tocar un repertorio sin partitura, guiado por su talento, es un regalo a nuestra espiritualidad.
Un país, la emigración, el mundo, lo vio, lo aplaudió, valoró su grandeza, la precariedad que arropa sus días. Donaciones llegaron a sus manos para mejorar su vida, hasta un piano recibió de una familia habanera, así de grande es la sensibilidad cuando del amor al prójimo se trata.
El Príncipe está enfermo de los nervios, es hipertenso, perdió a su padre a finales de año, vive en una casa en Guanabacoa en estado precario. Al quedarse sólo, se fue a deambular las calles.
Al no tomar sus medicamentos, su salud mental se deterioró rápidamente. Para sobrevivir la profunda crisis que atraviesa el país, hizo mandados a los vecinos por un plato de comida y algún dinero que quisieran darle.
La sensibilidad florece también en las redes sociales, aunque algunos ideólogos se empeñen en demonizarlas. La historia de Fernando es la de muchos cubanos que están en situación de calle.
El mundo migró a las redes, los cubanos son parte de ese mundo, las causas más nobles, como la del «Príncipe del Piano», pueden defenderse en ellas. Gracias Sor Ariagna Brito por descubrir a Fernando