Por Arturo Mesa (De la serie Los Atlantianos)
Atlanta.- A los niños se les ocurren cosas inconcebibles, igual que a los despistados, y en asuntos de despiste uno es cinta negra, quinto dan.
Llegas a Estados Unidos y todo es computarizado; hasta para saber cuál es tu horario de trabajo tienes que abrir una aplicación, ya sea en el móvil o en la computadora, imagínense qué pueda pasar para hacer una operación bancaria o abrir una tarjeta de crédito. Como es lógico, a mis 56 recién cumplidos todo este mundo digital me viene golpeando desde el primer día.
Pues ayer, en medio de las heladas temperaturas atlantinas, me dio por ir al banco para hacer un depósito. Allí algunos ya me conocen y hasta me llaman por mi nombre.
-Oh, Arturo ¿Cómo te va? ¿Ya te mudaste? –y cosas así.
-¿Qué podemos hacer por ti hoy?
-Vengo a hacer un depósito.
-Por supuesto, ven que Steven te va a ayudar.
Entonces te sientas, te atienden muy bien y en un dos por tres ya terminaste la gestión. Pero uno, en temas de banco es como un niño chiquito al que se le ocurren cosas inconcebibles y ahí mismo le pregunto al hombre:
-Ven acá, Steven, ¿yo no puedo hacer estos depósitos bancarios desde mi computadora? mijo, porque el frío está que parte el alma.
Y aquel especialista de una hiper moderna y computarizada institución bancaria ubicada dentro de un país capitalista del primer mundo, me suelta la risa en la cara y me responde:
-Ja, ja, ja, a lo mejor en Cuba ya van por ahí, pero aquí… ojalá.