Por Yoyo Malagón
Madrid.- Si le preguntas a los aficionados del mundo si mereció el argentino Lionel Messi el premio The Best, la mitad, o un poquito más, te dirán que no. Pero un por ciento alto estará de acuerdo con que le hayan dado el trofeo en la ridícula gala celebrada en Londres y a la que no acudieron ninguno de los tres finalistas, entre los hombres.
La otra parte de los fanáticos creerá, con argumentos, que fue una injusticia. Y lo injusto fue hasta con el propio Messi, porque él, antes que nadie, sabe que no mereció ganar el referido premio, que antes que él, con muchos méritos, estuvo Erling Haaland, incluso cualquier otro jugador del Manchester City, campeón de la Premier League y de la UEFA Champions League.
Pero Messi es Messi y todos los que comenzamos a ver fútbol antes, pero coincidimos con su etapa, diremos que fue de lo mejor que hubo sobre una cancha, salvo un por ciento considerable que cree que ese honor es de Cristiano Ronaldo y unos pocos que pensarán que fue Zidane, Ronaldo el gordo, o el padre, el tío, o alguien de la familia. Eso siempre pasa.
Tampoco soy impune a las preferencias, aunque a la hora de sentarme al ordenador a escribir, suelo dejarlas al lado. Por eso ahora, insistiré en que Messi no mereció el The Best. No le aporta nada un premio más o uno menos, no ayuda al fútbol y lastra aún más a una FIFA que huele a corrupción por todas partes.
La Copa Mundial que le entregaron a Qatar terminó por generar una explosión en la cúpula dirigente del fútbol mundial, y hasta su presidente, Joseph Blatter, tuvo que decir adiós. La mayoría de los vicepresidentes se ‘mojaron’ y perdieron sus puestos. Y ahora, la misma FIFA, con otros dirigentes, le otorga, silenciosamente, la Copa Mundial de 2034 a Arabia Saudita.
Hace poco más de un mes, la FIFA, de manera un tanto solapada, resolvió con facilidad los escenarios en los que se jugará en 2030. Las dos candidaturas conjuntas, una europero-africana y otra suramericana, acogerían la lid. La intención, tener contentos a todos: Argentina tendrá un partido o dos, y lo mismo Uruguay, y tienen que estar felices. El resto en España, Portugal y Marruecos.
Pero ahí no está el problema. Con el otorgamiento de una sede a medias a Argentina y Uruguay, los que dirigen el fútbol se quitaron de arriba un candidato para la Copa Mundial siguiente, la de 2034, a la que aspiraba Arabia Saudita. Y así, casi en silencio, decidieron que sería el reino saudita el encargado de organizarla. Lo informaron sin darle tiempo a nadie a postularse, sin tener en cuenta nada ni a nadie.
Ante estas cosas, un mundo tan escrupuloso como el actual, suele pasar de largo. No pasa nada, es una sede más, no había otros aspirantes, una Copa Mundial es cara, los saudíes tienen mucho dinero y le han puesto a su liga para llamar la atención del mundo. Eso se escucha en los corrillos de cualquier lugar, pero lo cierto es que los que dirigen el más universal no terminan bien parados, como tampoco con una gala a la que no va ninguno de los finalistas hombres.
El premio de Messi no se lo autoadjudicó él, dirán algunos con razón, pero que haya habido una votación no lo convierte en más o menos justo, en democrático o no el proceso. En Cuba o Nicaragua, por ejemplo, hay unas ‘elecciones’ y los presidentes no sueltan el poder. Puede parecer un paralelismo un poco forzado, pero no deja de tener validez. Votaron por él hasta los jugadores, pero lo que le hicieron a Haaland fue criminal.
Se me antoja que le pasó como al polaco Robert Lewandowski, que tuvo un Balón de Oro en la mano y los organizadores no lo entregaron por lo del coronavirus, y luego, el que pudo haber ganado de verdad, se lo dieron a Messi.
Messi no es un ladrón. Messi es grande, pero en su nombre, muchos aprendieron a robar. Incluso en sus mejores tiempos, el Barcelona intentó comprar a los árbitros. Yo no me olvido de Negreira, y Haaland no olvidará el The Best.
MESSI NO ES UN LADRÓN: ROBARON POR ÉL
