CARTA A UN CUBANO DE LA ISLA

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Por Rafael Muñoz ()

Berlín.- Temprano en la mañana oigo en Berlín el sonido estridente de los claxons. Una caravana de tractores interrumpe las calles y dificulta el tráfico. Se abre paso hasta la sede del gobierno y allí le planta cara a la coalición que gobierna, al Bundeskanzler y a la madre que parió a todos esos ineptos.

Los campesinos están molestos y no van a parar hasta que no se de vuelta atrás a un recorte de subvenciones. La semana pasada bloquearon la entrada de un barco a puerto donde regresaba el vice canciller Robert Habeck, persona non grata para cada vez más personas en el país. Acción que muchos no comparten porque en democracia, hasta los hijoeputas tienen derecho a que se respeten sus derechos. Pero no lo hace más grato.

Los guajiros se han plantado. O dan vuelta atrás a toda esa mierda o nadie come en este país y nadie duerme la mañana en Berlín.

Me dirás que eso es posible en democracia, en un país donde se respeta el derecho a disentir, a la protesta y la gente puede obligar al gobierno a oir al pueblo. Pero no siempre fue así. En 1989 una serie de protestas cada lunes puso en jaque al gobierno de la RDA.

A pesar de lo retorcido de ese sistema, de los métodos sofisticados de la Stasi y la represión implacable de la policía, esas protestas activaron las olas que barrieron a aquel sistema para siempre.

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