LUCERITO

ARCHIVOSLUCERITO

Por Esteban Fernández Roig Jr. ()

MIami.- Les cuento que mi única intención era intentar que mis hijas desearan ir a vivir en una Cuba libre. Y con ese objetivo un día en mi hogar mencioné «a mi caballito abandonado en Cuba» con la mejor buena intención, y se convirtió en una enorme bola de nieve descendiendo de una montaña y que, poco a poco, iba creciendo haciéndose enorme e imparable. Y echar “la bola” para atrás me resultaba imposible.

Según mi historieta bien contada, con lujos de detalles, Lucerito era un corcel precioso, brilloso, obediente, negro como un azabache .

Ya desde las siete de la tarde mi hija Ana comenzaba a decirme: “Papá, dentro de dos horas voy a acostarme a dormir, ya comienza a hablarme de Lucerito…

Es más, mi hija dejó de creer en Melchor, Gaspar y Baltasar y seguía creyendo en Lucerito. Le enseñé hasta a chiflar de la misma forma en que yo lo hacía llamando al caballito.

Mi hija me preguntaba a cualquier hora del día: “Dad, ¿tienes alguna noticia nueva de nuestro caballito?”

Cuando alguien hablaba sobre la próxima liberación de la Patria a la niña se le iluminaban los ojos y decía: “¡Qué bueno, pronto voy a ver a Lucerito!”

Pensé que el recuerdo de Lucerito iba a desaparecer, diluirse y convertirse en una nebulosa, pero nació la segunda hija, Sandra Marie, y entonces comencé a hablarle a ella sobre Lucerito, la misma leyenda, la misma matraquilla, y despertando en Sandy el mismo entusiasmo por ir a Cuba y conocer al corcel de su padre…

Todo iba bien hasta que llegó un día inolvidable. Una tarde estaba toda la familia cenando y había visita.

De pronto Ana Julia, que hacía muchísimos años que no mencionaba “al caballito que nos esperaba en Güines”, me miró muy seriamente y me preguntó delante de todo el mundo: “¿Papi, te acuerdas de aquella mentira que tu me decías sobre Lucerito?” Obviamente, era una velada acusación.

¡Pa’qué fue aquello! ¡Ardió Troya! Fue como si le hubieran dado tres latigazos en la espalda a Sandra y gritaba desesperada: “¡Es mentira, papi, no lo puedo creer, me has engañado, todo ha sido un paquete!” Llorando tiró su plato de comida al suelo, se encerró más de cinco horas en su cuarto y no me dirigió la palabra en una semana.

Desde luego, nunca he dado mi brazo a torcer ni he aceptado que Lucerito es producto de mi imaginación.

Cada día yo me convenzo más que Lucerito anda trotando en La Loma de Candela, esperando pacientemente por mí y por mis hijas.

Todos han perdido la fe en Lucerito, pero yo no. Cuba será libre y yo veré a Lucero.

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights