Henry Winstanley fue el encargado de levantarlo, y lo hizo en madera y con forma octogonal. Se convirtió en el primer faro erigido en alta mar. La construcción, que se inició en 1696, fue difícil y peligrosa, no solo por el hecho de hacerlo a 20 kilómetros de la costa, sino por la guerra con Francia (la de los Nueve Años): un corsario galo tomó prisionero a Winstanley y destruyó todo lo que había edificado. Sin embargo, Luis XIV ordenó su inmediata liberación: “Francia está en guerra con Inglaterra, no con la humanidad”, explicó el monarca galo.
Winstanley terminó su faro, que se encendió por primera vez el 14 de noviembre de 1698. La construcción sobrevivió a su primer invierno, aunque tuvieron que hacer reparaciones. Para protegerlo de los embates del mar, se revistió con un exterior de piedra dodecagonal y se mantuvo una sección superior en madera, que tenía 4,6 metros de alto y 3,4 m de diámetro. La luz la producían sesenta velas y una gran lámpara de aceite colgante. El faro avisó de los arrecifes a los marinos hasta la gran tormenta de 1703, ya que un ciclón extratropical que asoló el centro y sur de Inglaterra lo borró de la faz de la Tierra el 27 de noviembre. En ese momento Winstanley y otros cinco hombres estaban en el faro, revisándolo y poniéndolo a punto. No se volvió a saber de ellos.