EL PELUCHE DE LA LIBERTAD

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Por Pablo Alfonso (Especial para El Vigía de Cuba)
México DF.- Yesenia Gómez y Arturo Ruiz solo llevan poco más de dos años de relación. Un buen día hicieron sus maletas y salieron de su natal Placetas, en Villa Clara. Decidieron marcharse sin otra galanura que la convicción que el futuro sería mejor.
El 14 de octubre, como cientos y cientos de jóvenes cubanos, tomaron un avión con destino a Nicaragua. No precisamente para visitar las más de cincuenta estructuras volcánicas de uno de los países más explosivos del mundo, sino para abandonar el verdadero volcán comunista que impera en la isla desde hace más de 65 años.
La emigración tiene cara de perro. Pero esta verdad irrefutable para nada amilanó a los dos jóvenes, que decidieron contar en exclusiva, a el Vigía de Cuba, las acciones desaforadas, tanto de la policía mexicana como de abogados que, lejos de hacer cumplir la ley, también la infringen. Eso sí, nos pidieron no revelar sus verdaderos nombres ni sus rostros. Aún el susto no ha pasado y temen a represalias.
-¿Cómo ha sido su travesía hacia la libertad? ¿qué se llevan de ella?
Yesenia: Hasta Tapachula no estuvo exenta de temores, pero no nos fue tan mal como en territorio mexicano. Aquí comenzaron los verdaderos problemas.
Arturo: Nosotros, como otros tantos migrantes, fuimos víctimas de la corrupción y el maltrato. Nos bajaron del bus en el que viajábamos, justo en el primer retén de Arriaga. Nos llevaron para la policía en Chiapas. Ahí nos maltrataron a su antojo. Para colmo, fuimos estafados por un abogado, cuyo nombre aún no quiero decir. Eso lo diremos cuando hayamos cruzado a los Estados Unidos.
-¿En qué consistió esa estafa?
Yesenia: Cuando nos cogieron presos, mi hermano, desde los Estados Unidos, contrató los servicios de este estafador abogado para que nos sacara de la cárcel y no nos deportaran.
Arturo: Tuvimos que darle más de ocho mil pesos mexicanos. Hablamos de cerca de 500 dólares. Estuvimos presos cinco días. Luego, este abogado prometió que en 15 días estarían nuestros papeles en regla para poder transitar por México, y nada.
Yesenia: Todo fue una mentira: siempre nos decía lo mismo, dentro de dos días estarán listo los papeles, y nada.
Arturo: Entonces tomamos la decisión de largarnos del lugar, sin decir ni reclamar nada, pues no tenemos derecho a nada.
Yesenia: Para colmo, el dueño de la residencia donde dormíamos nos llamó cuando nos fuimos para decirnos que robaron en la casa por culpa nuestra.
Arturo: Esa fue otra mentira orquestada por el supuesto dueño de la casa, en combinación con el abogado, para no tener que devolver el dinero.
-Después los volvieron a parar en el primer retén de Tapachula, ¿qué pasó entonces?
Yesenia: Todo se lo debemos al peluche, fue quien nos salvó.
Arturo: Es que cuando nos bajaron del bus, entregamos la copia del pasaporte y recogimos nuestras pertenencias, menos el peluche.
Yesenia: Y en un momento del control, alguien preguntó desde el bus de quién era el peluche.
Arturo: Aprovechamos que todas las miradas se centraron en el peluche y en medio de la oscuridad comenzamos a correr como unos locos sin parar.
Yesenia: Eso lo pudimos hacer porque no entregamos el pasaporte original como lo hicieron el resto de los coterráneos.
-¿Hasta dónde corrieron?
Arturo: Qué sé yo. Ni Juantorena nos hacía nada. ¡Qué manera de correr!
Yesenia: Lo que hicimos fue regresar para el lugar donde nos estábamos quedando y entonces contratamos un coyote. Y con ese señor logramos entrar ya el 14 de diciembre a la ciudad de México, justo dos meses después de haber salido de Cuba.
Ese mismo día ambos hicieron su registro en la aplicación CBP One. Como premio a tanto esfuerzo y valentía, el 24 de diciembre les llegó la cita. Fue la mejor noche buena de sus vidas. A pesar de haber dejado atrás a sus padres, a su familia y amigos, entre risas y llantos alzaron sus copas y brindaron por tanta felicidad.
En Houston, Texas, los espera Carlos Gómez, el hermano de Yesenia. El 13 de enero se abrazarán en el postergado abrazo que provocó la dictadura cubana. Desde ese día, Yesenia, Arturo y su concuño Gustavo Loyola, que también los acompaña, serán libres.
Tal vez ese día puedan comprarse otro peluche.

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