Por Carlos Cabrera Pérez
Madrid.- Del ritual navideño, la fecha que más suelo disfrutar es la mañana del 6 de enero, cuando los niños -tras dormir con un ojo abierto y otro cerrado- salen a la calle con sus juguetes nuevos para lucirlos, negárselos a los amiguitos o establecer intercambios temporales; siempre que el otro tenga uno mejor que el suyo.
El bisiesto 2024 tendrá a los Reyes Magos pasados por nieve en la sierra, si Dios no lo remedia, asi que imagino a los padres convertidos en domadores por un día, intentando refrenar el impulso natural de sus hijos y nietos de exhibir las nuevas joyas y la adversidad climática, que solo se supera con aguardiente, potaje y paciencia.
Año de nieve; año de bienes, reza el refrán, así que no hay motivos para la desolación, aunque muchos tengan la mente en el sorteo de la Lotería del Niño, la gran pedrea, tras el Gordo navideño, que el año pasado se empeñó en el 8.
Como estoy en ese punto intermedio entre pasado y futuro, ahora los Reyes Magos suelen repartir artefactos tecnológicos para disfrute de padres; yo mismo he jugado a la pelota en la Play Station, donde se enfrentan dos novenas made in Deng Xiao Ping, sin el encanto de aquellas postalitas de peloteros que coleccionaba cuando era fiñe, un carro de bomberos a pilas, al que no faltaba detalle, un Mercedes Benz descapotable que paraba y tiraba fotos y un submarino que metía en la bañadera y bajaba y subía, como la ola marina de Rolando Laserie.
Totó, el vecino de abuela Herminia, había construido y conservado un carrusel lleno de padres e hijos, con puestos de venta de algodón y pan con lechón; este último era una oda al estajanovismo, porque cuando el dueño conectaba su joya, el muñequito movía su brazo derecho, armado con un machetín, hacia abajo, para lasquear el trozo de noble aninmalito; ejerciendo sobre mí, la extraña fascinación de las victrolas que alcancé a ver en una Habana que se teñía de verde oliva y caqui a paso doble.
Asi que mañana no sé qué juguetes encontraré en las calles, siempre que la nieve anunciada lo permita, aunque supongo que no faltarán las inevitables Barbie y la saga Frozen, de Disney, sin apenas espacio para la Mariquita Pérez, ni siquiera para las Bratz, flacas chulas y estelares.
Un amigo que paga los juguetes de sus hijos, estudiando las preferencias de los clientes antes, durante y después del 6 de enero, me asegura que este año los reyes del mambo serán Lego Star Wars Espíritu y Fantasma II y la Muñeca de Aitana; al menos en España.
Por favor, no se olviden dejar la hierba y el agua para los camellos y las golosinas y vino o ron para Melchor, Gaspar y Baltasar, que llegarán de lejos y trabajando contra reloj para que todos los niños del mundo puedan una rueda hacer.