Por Rafael Muñoz ()
Berlín.- Llevo casi un mes diseñando una fachada de acero inoxidable que incluya y oculte los sistemas de iluminación de la fachada, pararrayos y bajantes pluviales con calefacción para fundir la nieve.
Siempre pensé que mientras mayor es el presupuesto y más recursos, más fácil resultaba el proyecto. Por el contrario, las exigencias y atención al detalle son mayores. A ese nivel, los clientes no se conforman con «lo mismo de siempre». El reclamo de la exclusividad provoca que nada sea estándar o salga de un catálogo. Cada esquina, cada detalle, tiene que ser pensado, y ejecutado a veces por primera vez. Como decía el ingeniero Marín, «si se cae no lo hacemos más».
Esa búsqueda de soluciones en un edificio de 35 plantas es muchísimo trabajo. Muchas veces termino creando productos que no existen en el mercado. Por ejemplo, el elemento rojo de la primera foto es un bajante pluvial que hubo que diseñar.
Con esa profundidad de detalles, van a pasar años antes de que demos por terminado el proyecto. Probablemente, terminemos junto con la inauguración de la obra. ¡Y cuidado!
Eso explica mis encabronamientos cuando alguien hace un render en tres días y se aparece diciendo: “Esto es un proyecto”.