Por Esteban Fernández-Roig
Miami.- La gran desgracia comenzó para mí el primero de enero de 1959 en Güines, y sé que para ustedes también a través de todo el territorio nacional. Ni idea tenía de lo que había sucedido durante la madrugada.
Me levanté -cómo siempre- a las siete de la mañana, mi madre estaba colando café, mi padre, misterioso, me dijo solo cinco palabras: “Dicen que Batista se huyó …”
Salí a la calle, había estupor, desconfianza, precaución, expectación, desconocimiento, todo eso y una mezcla de miedo y alegría.
Nublada amaneció la mañana, aunque Jesús Orta Ruiz y los oportunistas la llamaron “luminosa”. Era presagio de un huracán que duraría 65 años.
Acudí a mi televisor Zenith de 17 pulgadas en busca de información… Las estaciones estaban en cadena, y de pronto se escuchó nuestro glorioso himno nacional.
Acto seguido, a cuenta gotas, comenzaron a filtrase las noticias: Un avión piloteado por el teniente coronel Antonio Soto Rodríguez había aterrizado en Santo Domingo, llevando consigo a Fulgencio Batista y sus más cercanos colaboradores.
Mi padre estaba poniéndose en contacto con los líderes de la “Organización Auténtica” de Tony Varona y tratando de recibir instrucciones de Lauro Blanco Muñiz.
Muchos salieron a festejar, y por la televisión comenzaron a desfilar barbudos humildes con rosarios y escapularios que maquiavélicamente se los habían entregado ese mismo día para impresionarnos favorablemente. Conmigo no funcionó. Con mi padre, menos.
Vergüenza ajena daba el asqueroso poema del “Indio Naborí” que pregonaba: “Fidel fidelísimo, retoño martiano, asombro de América, titán de la hazaña”…
Carlos Puebla y sus “Tradicionales” cantando “Llegó el Comandante y mandó a parar”.
La culpabilísima revista Bohemia publicó un dibujo de Castro como si fuera una clonación de Jesucristo. Una segunda reencarnación. Un sacrilegio.
De visita en mi casa escuché a Juanito Domínguez Jurado diciéndole a mi padre: “Pude hablar por teléfono con mi amigo el comandante Raúl Díaz Torres, del Granma, y me dijo NO TE EMBULLES QUE FIDEL ES PEOR QUE BATISTA”…
En Oriente, Raúl Castro formó una carnicería de batistianos y los tiraba en una fosa común, el Ché inició un genocidio en “La Cabaña”, en Las Villas el comandante comunista Félix Torres comenzó a matar oficiales del Ejército en “La Campana”… La sangre corría de San Antonio a Maisí.
En lo que a muchos nos pareció un “Circo Romano”, acusaron, maltrataron y fusilaron a Jesús Sosa Blanco. En mi pueblo asesinaron a los Guardias Rurales Soto y Dieppa…
Al fin, días más tarde, llegó a La Habana, encaramado en un tanque, el Diablo escoltado por Camilo y Huber Matos.
Se subió a una tribuna, en un burdo paripé le echaron para arriba una paloma blanca, esta se posó en su hombro e inteligentemente fue la primera en defecarse en él.
Comenzó a rugir, y mi padre me dijo: “¡Estebita, este tipo es un gánster, se jodió Cuba!”