Por Anette Espinosa
La Habana.- Después de ver los 65 cerdos que asaron en Holguín para celebrar el aniversario 65 del triunfo de la revolución de Fidel Castro, no me quedan dudas de que, en algún momento, en Las Tunas tendrán que asar 62 mil, porque hay quienes piensan, Haila entre ellos, que el proceso es irreversible, por los tiempos de los tiempos.
A ridículo no hay quien les gane a los dirigentes cubanos de cualquier esfera y a cualquier escala. En Cuba no hay cerdos, no hay comida, y de pronto, en Holguín, se les ocurre a los dirigentes del partido comunista, previo acuerdo con la delegación de la agricultura, asar nada más y nada menos que 65 cochinos, para vender a media libra por persona, y al ‘módico’ precio de 500 pesos la ración.
El problema de la carne en Cuba es un tema serio. La mayoría inmensa de los hogares cubanos no podrán hacer una cena de fin de año este 31, pero en Holguín aparecieron 65 puercos para asarlos, para que la gente vaya en masa, matándose, a intentar coger media libra, tal vez para llevarla a su casa.
Lo peor de todo eso es que no irán los viejitos, esos que andan por la calle cabizbajos, con las ropas raídas, los zapatos agujereados por las suelas, con malos olores y sin ilusión. Esos no pueden ir a pagar 500 pesos por media libra, porque su chequera de mil 528 pesos cubanos, malamente da para una yuca, alguna libra de arroz y para asegurar algún medicamento en el mercado negro, porque a las farmacias no llega ni el de la presión arterial.
En el mismo Holguín vive la hermana de Manuel Marrero. En la casa de ella habrá carnes, nueces, turrones importados de España, dátiles de Siria, pistachos de Irán y vinos de Mendoza, ese pedazo de tierra argentino que produce unas uvas maravillosas. Marrero se ha encargado de que a su hermana no le falte nada.
Para el vulgo, para el pobre, para el que apenas recibe una mísera pensión, luego de haber trabajado en una fábrica por 45 años, solo hay 65 cerdos que venderán al que alcance, si es que alcanzan, a un tercio de lo que reciben de jubilación.
Al que se le ocurrió la idea deberían condenarlo a muerte. Yo soy de las que cree en la pena de muerte y hay cosas en la vida que no tienen perdón de Dios, como decía mi abuela, católica devota hasta el último de los días de su vida.
Y no lo digo por lo de la venta de los 65 marranos asados, sino por el precio, que es una burla para el pobre, ese que no le importa a nadie en un país de dirigentes gordos, obesos, sedentarios, hipertensos, alcohólicos, y todas esas secuelas que deja la buena vida y que se puede observar cuando caminan por las calles para mostrarle al pueblo de donde provienen y que siempre vuelven allí.
Los que dirigen en Holguín son unos hijos de puta, lo mismo que esos que desde La Habana disfrutarán de una cena de 31 copiosa, salpicada con buenos licores y hasta algún puro hecho especialmente para ellos.
Cuba es una burla de país, un lugar donde los sueños se perdieron, con las ilusiones perdidas casi todas, salvo la de esperar un parole que los lleve un día cualquiera a un lugar mejor, a esa tierra prometida a la que ahora mismo la inmensa mayoría quisiera emigrar.
Lo de los 65 cerdos asados solo fue un motivo para soltar la ira que llevo por dentro, el dolor que me produce saber que para los cubanos no hay más tradición que la que imponen los corruptos que gobiernan. El resto se ha perdido con los años, aferrados unos, y detestando otros, a unos líderes y un proceso que convirtió a la Perla de las Antillas en el Basurero del Caribe.
En la foto que acompaña este artículo, tomada del muro de Facebook de Félix Vargas, hay una frase genial: “Hubo, además, expendio de carne de res en muy buen estado, a 350 pesos en varios puntos de la ciudad. La población asiste agradecida por el esfuerzo de la Dirección del Gobierno y el Partido en la Provincia, en el contexto económico actual”.
El autor del post tiene su muro de Facebook lleno de frases alegóricas a la revolución, al partido comunista, con citas martianas, de esas que repiten para que el cubano piense que el Maestro las escribió para que las usaran en algún momento para apoyar a los dirigentes del caos.
Pero tiene que aclarar que la carne de res está en buen estado y que la venta es en varios puntos, como si usted pudiera pasar a cualquier hora del día y comprar. Y lo mejor, lo del esfuerzo del gobierno y el partido, para sembrar la matriz en la población de que ese grupo de desnaturalizados hace algo. (Ninguno de ellos necesita de eso que venden, aclaro)
Pero un día los cubanos terminarán con esa situación. Ese día, el mismo de la fuga de los Castro y su cohorte, un grupo de holguineros irá a Birán y hará con lo que queda allí lo mismo que hacen los haitianos con Rancho Duvalier cada vez que se molestan: candela.