EMBAJADAS CUBANAS: LOS NIDOS DE LA SERPIENTE

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Por Ernesto Ramón Domenech Espinosa
Toronto.- Una embajada de cualquier país tiene entre sus principales objetivos el de facilitar la relación bilateral entre Estados, haciendo énfasis en temas económicos, políticos y culturales, proteger y asistir a sus connacionales que por algún motivo presenten dificultades legales o de otra índole, entregar pasaportes y documentos de viaje, así como la emisión de visados o documentos adecuados a las personas que deseen viajar al país del que dependen. A todo eso podemos añadir funciones registrales en calidad de notario y funcionario del registro civil.
Esos son los objetivos de una embajada, que incluye a los consulados, de cualquier país “normal”, pero Cuba no clasifica en esa condición y en todo caso esos aspectos pasan a ser elementos secundarios de la actividad diplomática de dichas representaciones. Cuba dispone de un total de 123 Embajadas en el exterior, así como 22 consulados y otras tres representaciones diplomáticas de diferentes tipos, como la misión en Naciones Unidas. Con tan amplias y diversas relaciones internacionales queda claro que el mito del “Bloqueo” (embargo) es simple propaganda del régimen para justificar todos y cada uno de sus fracasos y crímenes.
Las representaciones diplomáticas cubanas están diseñadas según el espíritu represivo, conspirador, y violento del resto de las instituciones de un Estado que se declara socialista. Según Alcibiades Hidalgo, ex viceministro de Relaciones Exteriores y jefe de la Misión Permanente de Cuba en Naciones Unidas entre 1992 y 1994, el 90 por ciento de los funcionarios y representantes diplomáticos cubanos son oficiales de Inteligencia, miembros del Minint, entrenados para el espionaje, la subversión, el comercio ilegal y el manejo de armas de fuego.
De esa manera, los objetivos son re-direccionados para dar prioridad a los planes de un régimen que no escatima recursos para mantenerse en el poder a cualquier precio. Las sedes diplomáticas cubanas concentran sus esfuerzos en unos pocos puntos:
•Organizar redes de Inteligencia en cada país donde se asientan estas sedes diplomáticas, recolectando con esto informaciones sensibles tanto de compañías privadas, instituciones gubernamentales, o individuos particulares, tanto en áreas como la política, la militar o la industrial-tecnológica. Esto incluye la captación y preparación de nuevos agentes de otras nacionalidades como los casos de Ana Belén Montes y Manuel Rocha.
•Diseñar, preparar y asistir financieramente a muchos de los grupos subversivos o terroristas que han operado sobre todo en países del tercer mundo, donde el control de esas actividades no es riguroso. Ya sea en Colombia, Venezuela, Chile, Angola, Cambodia, Argelia, Bolivia o Argentina los diplomáticos cubanos se involucran directamente en conflictos internos de esos países violando todo tipo de ley o regla en ese sentido. Acaba de ser revelado el nombre del Tte. coronel de la Inteligencia cubana Sergio Alejandro Odriozola Diez, que desde la embajada castrista en Buenos Aires coordina protestas contra el gobierno de Javier Milei.
•Participar y organizar complejos entramados de corrupción y mercado negro de mercancías, que van desde marfil hasta diamantes, o tráfico de drogas. Ese es el conocido caso de Fernando Ravelo Renedo, exembajador de Cuba en Colombia en los años 70, quien se reunió en varias oportunidades con reconocidos narcotraficantes para llevar a cabo grandes operaciones de traslado y venta de cocaína en Estados Unidos y además intervino en el conflicto armado de aquel país a través de miembros de la guerrilla del M-19.
• Hacer propaganda directa y campañas de información a favor de las políticas que el régimen considere su prioridad, incluyendo el culto al tirano fallecido. En otras épocas se recuerda los casos de Elián González o los cinco espías de la “Red Avispa”, hoy se enfocan en el tema económico: Inversiones de los emigrados en Cuba, promoción del turismo y las MIPYMES, intercambio cultural y académico. Para eso han incorporado y amplificado el mensaje de ciertos “Influencers” y “Youtubers” que operan desde una fachada independiente.
•Obstruir, interrumpir o impedir las actividades que, a nivel de conferencias, clases magistrales, exposiciones en foros y organismos internacionales, o presentaciones de libros que los disidentes y opositores cubanos intentan realizar fuera del territorio nacional. Así, lo mismo boicotean una conferencia de prensa de Yoani Sánchez en Brasil, las intervenciones de Rosa María Payá y Ariel Ruiz Urquiola en Naciones Unidas, como la presentación del libro: “Mi Verdad”, que la destacada neurocirujana Hilda Molina intentó realizar en Buenos Aires en abril de 2010.
•Controlar, chantajear y manipular a la emigración cubana a través de la emisión, o no, de pasaportes cubanos, así como del permiso para entrar de visita al país. Esas embajadas y consulados constituyen el primer elemento dentro de la cadena de presión y terror que el régimen trata de infundir a los cubanos emigrados, dispersos por todo el mundo. Esa cadena termina en los aeropuertos, donde a los nacionales se les imponen odiosas medidas de seguridad y control de sus documentos y equipajes.
•Esquilmar y expoliar financieramente a toda esa emigración cubana, que por diferentes razones mantiene vínculos con su país de origen, al cobrar exorbitantes precios por documentos o trámites legales relacionados con Cuba, dígase pasaporte, certificados de nacimiento o matrimonio, o la legalización de un diploma universitario.
La lista de diplomáticos cubanos expulsados por actividades relacionadas con el espionaje y la infracción de leyes en otros países es larga y data desde finales de 1962, cuando fueron expulsados de Estados Unidos Elsa Montera Maldonado y José Gómez Abad que, junto al detenido Roberto Santiesteban Casanova, prepararon un atentado terrorista con explosivos en las tiendas Macy’s, Gimbel’s y Bloomingdale’s.
Los nombres de Emilio Aragonés, Fernando Flores Ibarra, Raúl Roa Kourí, Jorge Serguera Riverí, Carlos Chain Soler, Pablo Rivalta, Fernando Ravelo, Carlos Manuel Medina, Gustavo Machín (hijo), Josefina Vidal, Eduardo Martínez Borbonet, Roberto Azanza Páez, Gonzalo Fernández Garay y José Imperatori, entre otros, conformaron un grupo destinado a operaciones de espionaje y subversión, ajenas a la actividad legal para la que estaban acreditados en numerosos países. Muchos fueron expulsados y considerados Personas No Gratas.
A esto se dedican las embajadas cubanas por el mundo. Nada tienen que ver con estrechar lazos fraternales entre naciones diferentes o asistir a los compatriotas cuando estamos en problemas, pues, en ese caso, se desentienden de sus obligaciones. Para esas embajadas, cada país representa un campo de batalla, donde hay que espiar, violentar normas o infringir leyes en pos de oscuros propósitos.
Para esas embajadas los cubanos emigrados somos ciudadanos de tercera categoría, un grupo al que hay que controlar, manipular, infundir miedo y por encima de todo: sacarle hasta el último centavo del bolsillo.

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