Por Esteban Fernández Roig Jr.
Miami.- Tremendo trabajo que pasaban nuestros padres (sin Google y sin computadoras) con nuestras curiosidades y preguntaderas.
La primera pregunta de todos y cada uno de nosotros era: “Mami ¿cómo se hacen los bebés?” Porque ya desde los mismos tres o cuatro años no nos creíamos el paquete de la cigüeña.
Recuerdo que mi hermano le preguntó en una clase a Mahelia Núñez: “Maestra, si Adán y Eva eran blancos ¿de dónde salió el negrito este?”
Las madres no respondían ningún tipo de preguntas sexuales de los hijos y si nos atrevíamos inicialmente a hacerlas tajantes nos decían: “Pregúntale a tu padre”…
Las hembras le interrogaban todo a sus mamás… Cuando surgen los “periodos” de las hijas, los padres querían mudarse para el planeta Marte…
A veces los varones les preguntábamos cosas a papá y nos respondía: “No, yo no sé nada de eso, esas “son cosas de mujeres” y ni le preguntes a ella porque tampoco te va a responder”…
Recuerdo que en una ocasión mi madre estuvo recluida dos días en la Clínica Ocejo y pregunté cien veces “¿qué le pasa a mami?” Y todos me decían: “Cállate, muchacho, son cosas de mujeres”…
Cuando aprendí a leer me puse insoportable: iba de Güines a La Habana en la guagua leyendo en alta voz todos los letreros de los comercios y exigiéndoles a mis padres una explicación de cada anuncio lumínico.
Recuerdo que mis padres pasaron tremendo trabajo averiguando que era “Orbay y Cerrato” y una vez se me metió en la cabeza que me dijeran el motivo por el cual el cigarro se llamaba «Regalías el Cuño.”
Todavía me río recordando el día en que mi madre me despertó y de sopetón le dije: “Mami, ¿tú sabes el nombre del hermano de Trinidad?”
Mi madre sorprendida me dijo: “¿De qué que tú estás hablando Esteban de Jesús?” Y le dije: “Sí, chica, me refiero a los cigarros Trinidad y hermanos ¿cómo se llamaban esos hermanos?”
A esas siete de la mañana mi estoica madre se rió y me dijo: “Que sé yo, vístete para ir a la escuela y pregúntale a tu padre”…