Por Oscar Durán
La Habana.- La muerte. Eso festejaremos en 2024. Por muy duro que parezca, a los cubanos solo nos salva la muerte. No queremos vida, quedaríamos contentos con la muerte del tirano. Es la única forma de salir adelante, de prosperar desde adentro, sin necesidad de agarrar un avión y largarte, o quedarte aquí, sentado en un sillón roto oyendo a un tipo decir que las aguas del Canal de Panamá bajaron y por eso se retrasó el arroz del presente mes.
Contrario al mundo, los hijos de esta tierra celebraremos más miseria y pobreza. Viene duro el 2024, ya te lo adelantaron. Y resulta gracioso, porque ¿cómo un ser humano puede saber el futuro? El cubano es especialista en eso y debemos darle las gracias, en tal sentido, a nuestros gobernantes. Somos visionarios, pero de lo malo. ¿Te preguntaste desde cuándo no recibes una buena noticia por parte de tu presidente? Posiblemente desde que Lis Cuesta estaba aprendiendo a escribir “Pioneros por el comunismo, seremos como el Ché.
I want to break free. Tú y yo queremos libertad, y aunque esto te parezca una perretica, es la única manera de poder celebrar un año nuevo como lo merecemos. Se nos está yendo la vida velando a ver si llegó el pan de ayer, entrando a whatsapp para mirar cuántos kilowatt tiene disponible tu municipio, cerrando puertas y ventanas desde las seis de la tarde porque se te mete un ladrón y te lleva hasta los huevos del refrigerador. Después de esto, lo que viene es el apocalipsis.
Si vives en el extranjero y quieres ir a pasar estos días con tus seres queridos, prepárate para sufrir. Las celebraciones parten desde la tristeza y terminan con la tristeza. Puedes tener de todo en la casa, pero la angustia te gana. Somos seres sonámbulos, muertos de miedo, sin sueños, sin proyecciones. No tenemos nada, solo un Jefe de Sector con el uniforme despintado, dispuesto a meterte preso hasta por escuchar a Willy Chirino y su “Ya viene llegando”.
El 31 de diciembre a las 11.59 de la noche recibiremos el nuevo año con más hambre espiritual y material. No tires agua, ni salgas con tu maleta a darle la vuelta a la manzana. Piérdele la fe a eso. Seamos más prácticos: pidamos libertad, gritémoslo alto hasta que se nos marquen las venas de la garganta. Quizás sea beneficioso comenzar el 2024 de otra manera, contrario a doctrinas y culto a personalidades.
No podemos festejar nada, repito. Mientras tengamos una crisis agravándose, la economía sea un chiste de barrio y la brecha entre lo político y social continúe del tamaño de una autopista, lamentablemente seguiremos en las mismas. Cuba no tiene remedio. Ni tampoco medicamentos, por si acaso.
